P. Rico-Percepción de una Navidad apagada, sosa y con poco entusiasmo festivo (Crónica)

El sentir general es que las navidades parecen opacas, pese a la iluminación de esta plaza con motivos de la época. Inter News Service/Zulma N. Rivera

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 27 (INS).- La queja de muchos en las calles puertorriqueñas es que estas navidades están sosas, apagadas, insípidas, mortecinas, por lo que se denota entre la gente el desánimo.

La opinión más generalizada es que hay poca motivación para celebrar; lo que mantiene viva la Navidad es esencialmente el legado del arraigo en la tradición.

Habrá quien diga que el problema es cultural, como concomitancia de que se ha perdido la esencia del espíritu navideño por el consumismo y hasta se imparte en el análisis un toque religioso añadiendo que hay entre los puertorriqueños de hoy un excesivo materialismo; que el desánimo es el resultado de la mercantilización de la Navidad.

Hay otros que opinan que el problema no es tanto cultural porque haya desarraigo identitario en la tradición navideña o por un excesivo materialismo y desmedido consumismo, que no es que deje de tener un efecto negativo. El problema obedece, más que nada, conforme a la opinión de este otro grupo de personas, debido al desasosiego entre los puertorriqueños que ocasiona el no tener certeza cierta del futuro que depara al país.

Argumentan estas personas que hacen comentarios en la calle de que si bien es cierto la influencia habida con la mercantilización de la Navidad, la incertidumbre económica y, de paso, política ha tenido mucho peso para que haya un decaimiento en el espíritu de celebración navideña.

Hay un punto de entendimiento entre ambas opiniones consistente en que la combinación de ambos factores —la comercialización de la Navidad y la incertidumbre económica y política— se entremezclan para crear un cóctel de sedación que apacigua el entusiasmo y júbilo navideño como el que se percibe en Puerto Rico esta temporada.

La gran mayoría de la gente, no obstante, es conteste en que no debe confundirse alegría navideña con el estruendo molestoso de la pirotecnia a la que recurren los que intrínsecamente los abate una tristeza interior.

Gente de mayor edad opina que antaño, digamos hace cinco o seis década, había verdadero espíritu festivo navideño, sin tanta pirotecnia escandalosa.

Las personas denotaban una alegría intrínseca por el júbilo de haber logrado con gran esfuerzo una cierta prosperidad colectiva que les había permitido una medra social.

Lo penoso fue, sin embargo, que esa mejora social desembocó en un excesivo consumismo. Entonces, la Navidad fue poco a poco perdiendo su esencia. La alegría en la sencillez de la cotidianidad se trocó por delirante comercialización y consumismo.

Así, con una participación laboral en la economía formal que apenas alcanza el 40 por ciento, Puerto Rico tiene más de tres millones de metros cuadrados de extensión de piso en centros comerciales construidos, en los cuales se venden más de 20,000 millones de dólares anuales.

Es ahí donde se manifiesta el espíritu de festividad navideña en nuestros días, aunque actualmente de manera más contenida y frugal por razón de la crisis económica del presente en Puerto Rico.

Para mucha gente estas navidades puertorriqueñas carecen del tradicional espíritu de otros años. INS

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