P. Rico-La anónima labor de maestra boricua que ha llevado infinita alegría a cientos de inmigrantes provenientes de 14 países

María Socorro Alicea Cruz junto a algunas de sus estudiantes./Inter News Service

San Juan, 15 may (INS).- No es una artista famosa, pero muchos la paran en la calle. A la maestra de inglés puertorriqueña María Socorro Alicea Cruz la saludan, la abrazan y, por sobre todo, le agradecen su labor de cerca de diez años trabajando con cientos de inmigrantes provenientes de 14 países que anhelan la ciudadanía de EEUU.
Alicea Cruz no para: llega todos los días a la Casa Dominicana, en Santurce, y entre las 2:30 de la tarde y 7:30 de la noche imparte sus conocimientos para ayudar a los inmigrantes que buscan un mejor futuro obteniendo la ciudadanía estadounidense, en un camino para la mayoría dificultoso por la necesidad de dominar, al menos básicamente, el idioma inglés.
Y ahí, ante ancianos y jóvenes, frente a universitarios y trabajadores, a personas de distintos países -desde República Dominicana hasta Chile- la maestra se esfuerza por que sus estudiantes aprendan lo suficiente como para superar el examen que consta de una parte de historia, otra de lectura y escritura, y una última en la que los funcionarios federales de inmigración preguntan sobre la vida personal de las personas basándose en el formulario N-400.
Es una ardua tarea, porque el nivel de conocimiento en los estudiantes es dispar, lo mismo que las edades, lo que implica una dificultad a la hora de enseñar y, también, cuando los participantes deban afrontar la entrevista en inmigración solo en inglés.
“Me dediqué toda mi vida a ser maestra de inglés y fue un idioma que siempre lo viví, desde joven. Lo aprendí de forma natural y consideré que un segundo idioma me garantizaba un empleo”, cuenta la maestra, quien con una energía y disposición envidiables intenta día a día ayudar a los inmigrantes de la Isla, algo en que en principio lo hizo con estudiantes de la escuela elemental y superior.
Alicea Cruz no olvida la fecha en que comenzó a dar clases en la escuela: el 3 de septiembre de 1966, el primer año de una carrera que está lejos de concluir.
Tras su experiencia en la escuela pública, comenzó a trabajar de noche (en Huertas Unión College) y en 2008 surgió la posibilidad de laborar enseñando a los inmigrantes y ya son cientos, de 14 países, los que han pasado por su salón, que se ha movido de lugar y que ahora está en la Casa Dominicana.
“Es una experiencia enriquecedora y de mucho reto, porque no hay control de la edad, del bagaje educativo, del dominio del idioma y del horario, pero los logros han sido grandes no solo porque adquieren la ciudadanía, sino porque aprenden inglés, que es un valor que les puede dar un futuro. Se pueden defender en una comunidad de habla inglesa”, señala.
Muchos han pasado por su salón y están agradecidos. Lo expresan con bizcochos y celebraciones una vez superan la entrevista de inmigración; también con lágrimas de emoción y abrazos.
“El otro día un auto frenó en la esquina (de la Casa Dominicana) y el conductor me dice: ‘A usted le debo que sea ciudadano’”, cuenta la maestra, quien opina que “lo más grande” es que las personas que acuden a su salón adquieran la ciudadanía “pese a las limitaciones que puedan tener” y que “se puedan conocer entre ellos y ayudarse”.
Además, advierte: “idioma que no se hable, no se aprende”.INS
lp

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