P. Rico-Prevalencia del signo económico y la peligrosísima apuesta a una inmunidad comunitaria sin la existencia de una vacuna (análisis)

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 24 sep (INS).- El signo económico quiere sobrepujar, excediendo a la cautela sanitaria, por lo que hay una proclividad a dejar que la pandemia del Covid-19 se estabilice naturalmente y por sí misma mediante la inmunidad comunitaria, también conocida como “inmunidad de rebaño”.

Esta inmunidad ocurre cuando una población se hace inmune, bien por exposición al virus o mediante la existencia de una vacuna, cosa que en lo concerniente al Covid-19 no ha ocurrido todavía, excepto los pininos que se hacen con la producida por Rusia.

En la medida en que el porcentaje de personas inmunes va en aumento, la probabilidad de que una persona que es contagiosa se encuentre con otra que no sea inmune y la infecte disminuye. 

Cuando hay inmunidad comunitaria, llega el momento en que las probabilidades de propagación de la enfermedad son bien bajas. Al llegar ese momento, se considera que esa población ha adquirido inmunidad comunitaria o de rebaño. 

El mejor ejemplo de la inmunidad comunitaria mediante una vacuna es el caso de la poliomelitis. Jonas Salk adquirió fama por el desarrollo de la primera vacuna contra la poliomelitis, también conocida comúnmente como polio en 1955.

Previo a la vacuna, esta enfermedad incapacitaba a más de 35,000 personas al año. No todos recibieron la vacuna, pero habiendo alcanzado el umbral requerido, Estados Unidos logró la inmunidad comunitaria. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) (en inglés), no han reportado ningún caso de polio en el país a partir de 1979.

La erradicación de la viruela ha sido ampliamente reconocida como el principal logro de la salud pública a la fecha. La viruela fue un virus extremadamente peligroso, con una tasa de mortalidad de al menos 30%. En 1959, la Organización Mundial de la Salud (OMS) enfocó sus esfuerzos en la erradicación de la viruela a nivel mundial, pero encaró desafíos para obtener el financiamiento, personal y compromiso necesarios de parte de diversos países. Finalmente, en 1980, se declaró al mundo oficialmente libre de la viruela.

La conducta humana es clave para el éxito con las vacunas. Se requiere de distribución y de aceptación de esta solución para lograr la inmunidad comunitaria. En el caso del sarampión, un virus peligroso que ha presentado rebrotes en años recientes, por cierta apatía de los padres a vacunar a sus hijos, aún después de haberse logrado la inmunidad comunitaria. 

Sin una vacuna, únicamente hay una manera posible de lograr inmunidad comunitaria, y es mediante la infección masiva. En tanto que muchas personas podrían recuperarse de la enfermedad, permitir que el virus se propague libremente conllevaría un costo elevado en vidas humanas y otras muchas consecuencias imprevistas.

Según los expertos, el 50% de la población requerirá de inmunidad protectora para que se alcance la inmunidad comunitaria; en cambio, con enfermedades mucho más contagiosas, se requerirá de al menos un 80% de inmunidad protectora para lograr esa inmunidad colectiva. 

Llegar a un 80% de inmunidad comunitaria en el caso del Covid-19, implica la incidencia de una gran mortandad en la población, porque según están los asintomáticos y los que se recuperan sin problemas mayores de salud, también hay los que tienen necesidad de hospitalización y tratamientos intensivos, pero los peores casos son los de las personas cuyos patógenos con la infección del virus tienen implicaciones mortales. 

De modo que apostar a la inmunidad comunitaria sin la existencia de una vacuna comprobada con certeza, es simplemente arriesgarse a producir un genocidio, por no seguir afectando la economía.  INS

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