P. Rico-El dilema de seguir con la contaminación terrible de AES en Guayama o la instalación de microreactores nucleares (análisis)

Una planta de AES./Inter News Service

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 28 ene (INS).- El cierre de la planta de generación eléctrica mediante la quema de carbón de Applied Energy Services (AES) en Guayama seguramente desestabilizaría la capacidad  del sistema generatriz de electrificación que necesita el país para mantener algún grado de relativa estabilidad.

Applied Energy Services (AES), una empresa multinacional con sede en Arlington, Virginia, con activos que superan los $33 mil millones, abrió su planta de carbón en Guayama en 2002 y un estudio realizado por la Universidad de Puerto Rico encontró que las tasas de enfermedades crónicas como el cáncer y las enfermedades respiratorias se habían duplicado entre los años 2016 y 2018.

AES-PR produce un promedio de 800 toneladas de ceniza de carbón por día y durante casi dos décadas sus cenizas fueron vertidas en una montaña de desechos tóxicos que alcanzaba más de 12 pisos de altura. AES dejó las cenizas descubiertas, por lo que los residuos se desplazaron hacia los hogares y las escuelas cercanas, además de que las volviera vulnerables a los vientos huracanados y la lluvia. Para empeorar las cosas, AES ubicó la pila de cenizas de carbón sobre el Acuífero de la Costa Sur, que sirve como fuente de agua potable para la mayor parte de la isla. Los contaminantes peligrosos como el arsénico, el radio y el sulfato se filtraron de las cenizas al agua subterránea.

Asimismo, AES vendió ceniza de carbón como material de “relleno” barato en docenas de sitios de construcción en el sureste de Puerto Rico. En muchos de estos sitios, la ceniza tóxica aún permanece sin usar y descubierta en el suelo, representado un peligro en áreas residenciales, cerca de parques, escuelas e incluso hospitales.

La sustitución viable y sostenible de energización eléctrica quemando carbón como lo hace AES en Guayama sería mediante la instalación de microreactores nucleares portátiles, un nuevo concepto de una especie de “mini baterías nucleares” que tendrían el tamaño aproximado de un contenedor de mercancías, poco más grande que un autobús escolar, a un coste reducido y que se instalarían en pocas semanas. Además, permitirían tener una fuente de energía perfecta para ayudar a minimizar los efectos del cambio climático.

Esta nueva tecnología plantea la posibilidad de microreactores de unos 10 MW. Esa “mini pila nuclear” se construye en una fábrica y queda lista para ser instalada de forma rápida, en apenas unas semanas, en el lugar en el que se quiere disponer de esa capacidad energética.

La cantidad de calor residual que tendría que ser eliminado cuando el microreactor se apague es pequeña, y además el reactor cuenta con una fuerte estructura de acero para la contención y para evitar escapes de radioactividad a la biosfera”.

Además, aseguran sus fabricantes, “el núcleo de reactor tiene una alta relación entre superficie y volumen, lo que permite facilitar que el combustible nuclear esté refrigerado en todo tipo de situaciones sin intervención externa. El sistema básicamente cuida de sí mismo”.

Habría que analizar qué es preferible: el riesgo sumamente reducido de contaminación mediante radioactividad mediante los microreactores nucleares o la contaminación probada fehacientemente con estudios científicos de las cenizas de carbón y la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera de la planta de carbón de AES en Guayama.

Ya hay proyectos en marcha en algunos laboratorios en Estados Unidos y el coste estimado de uno de estos microrreactores nucleares sería de 20 millones de dólares, una cifra que está muy por debajo de los miles de millones que cuestan las grandes centrales que además tardan en construirse entre cinco y diez años.

La instalación de microreactores es un concepto distinto a lo que podría ser la construcción que se tiene bajo estudio de una, dos o varios reactores pequeños en Puerto Rico.

Según se ha indicado, ya se identificaron dos posibles lugares donde se van a concentrar las evaluaciones: el barrio Islote de Arecibo y la antigua base naval Roosevelt Roads, en Ceiba. En ambos casos, dijo que hay un factor importante que los define y es que están en área de menor densidad poblacional en comparación con otras zonas del País.

Lo que se evalúa es la construcción de reactores bien pequeños, y en caso de un accidente, el reactor no necesita agua adicional para el enfriamiento. Él mismo, por las leyes de la física, va a enfriar solo hasta llegar a cero, conforme a lo explicado. El área de seguridad no pasaría de la verja que se construya alrededor de cada reactor, para lo que se necesitarían unas 15 millas alrededor.

Entre la construcción de pequeñas plantas nucleares e instalar microreactores nucleares, la mayor aceptación en la opinión pública en Puerto Rico por el momento sería para los microreactores.

En Estados Unidos y Europa una nueva era de generación de diminutos reactores nucleares está surgiendo como una solución potencial a la contaminación mediante la quema de combustibles fósiles para la electrificación.

Contrario a la electrificación mediante los reactores gigantes de antaño, con sus grandes torres de enfriamiento y laberintos de tuberías que protegen contra la posibilidad de un colapso catastrófico, los nuevos reactores están diseñados para ser más simples, más seguros, más baratos y muchísimo más pequeños.

Un diminuto reactor del tamaño de un autobús escolar podría suministrar energía a una ciudad o fábrica cercana. O ensamblarse estos diminutos reactores nucleares en serie para igualar la producción de una planta nuclear gigante.

No solo se espera que sean más seguras y que produzcan electricidad a un precio más económico que las centrales nucleares convencionales, sino que también lo hacen sin emitir ni una bocanada de gases de efecto invernadero o acumular montañas de cenizas de carbón, como sucede en estos momentos en Guayama.

El problema con las fuentes tradicionales fuentes de energía renovable es que la energía solar y eólica por sí sola puede no ser suficiente para satisfacer la creciente demanda de energía en las próximas décadas. En 2019 y 2020, las naciones de todo el mundo agregaron 270 gigavatios de energía solar y eólica a sus redes, pero estas fuentes renovables aún deben complementarse con los sistemas eléctricos convencionales.

Para satisfacer la totalidad de la necesidad energética de electricidad en Puerto Rico mediante la energía solar se necesitaría prácticamente cubrir casi todo el país con placas solares. Y de la energía eólica, ni se diga la cantidad de molinos que se necesitarían.

Varios nuevos reactores diminutos de alta tecnología están ahora en desarrollo comercial en más de una docena de empresas. La primera ronda de minirreactores está programada para implementarse en Estados Unidos y en otros lugares dentro de los próximos tres años.

Un asunto que hay que evaluar con la construcción de pequeños reactores nucleares, contrario a los microreactores nucleares portátiles, es si hay lugares en la Isla para depositar sus desperdicios radioactivos. Se estima que se necesitan 200 años antes de que baje la radiación de los desperdicios que dejó la planta nuclear que se construyó en Rincón, que apenas operó de 1964 a 1968.

Además, Puerto Rico es geológicamente un territorio con un nivel alto de sismicidad y esto incrementaría los costos de mitigar daños en caso de nuevos movimientos telúricos. Este peligro se minimiza mucho con los micoreactores nucleares portátiles.

En opinión de los expertos, antes de construir una planta nuclear de este tipo, tiene que estudiarse la sismicidad del lugar, las condiciones de hidrología, si hay un accidente a dónde irían las partículas. Y esto es lo que se piensa estudiar en esta segunda etapa de análisis sobre la energía nuclear en Puerto Rico. INS

rsm/

Attachments