P. Rico-La interrupción de un desarrollo económico que quiso ser ejemplar

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 16 sep (INS).- Pretendió ser una vez la “vitrina de América”. Un ejemplo de buen desarrollo económico y de la infraestructura de Puerto Rico para demostrar lo conveniente de apegarse a las políticas económicas y los designios políticos de Estados Unidos.

Vinieron dignatarios y funcionarios de otros países de Latinoamérica y el mundo a presenciar el fenómeno de desarrollo económico de Puerto Rico en aquel momento. Eran los postrimerías de la década de 1950 e inicio de la década de 1960.

Estaba en pleno avance la operación “Manos a la Obra” para la industrialización de Puerto Rico y las primicias del experimento político tronchado tiempo después del Estado Libre Asociado (ELA), establecido en 1952.

Se estaba industrializando a Puerto Rico con inversión de capital por invitación de la industria liviana, principalmente de la aguja, y otras empresas de manufactura que emplean mucha mano de obra. Florecían las oportunidades de trabajo en el país para una naciente clase trabajadora.

Empero, esa industrialización del país se sustentaba en la mano de obra barata, en comparación con los salarios que se pagaban a los obreros de Estados Unidos y de otras partes industrializadas de Europa.

A medida que el desarrollo industrial y económico se fueron ampliando, se fue encareciendo el estándar de vida en Puerto Rico basado en una economía dolarizada que hacía encarecer los precios de bienes y servicios. Los trabajadores, por lo tanto, comenzaron a exigir más a través de poderosos sindicatos estadounidenses en la Isla.

La industria liviana de manufactura, que empleaba mucha mano de obra, fue buscando otros lugares del mundo, donde los salarios de los trabajadores eran más bajos y no había economías dolarizadas de manera absoluta.

Para la década de 1970, con una administración bajo la gobernación de Rafael Hernández Colón, del Partido Popular Democrático (PPD), se recurrió a la industria pesada de las petroquímicas, pero el alza repentina del precio del petróleo forzada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) echó abajo el experimento económico.

Sustituyeron a la industria pesada en Puerto Rico las empresas farmacéuticas y de manufactura de bienes electrónicos bajo la Sección 936 del Código Federal de Rentas Internas de Estados Unidos, dando ventajas contributivas a la inversión de capital localmente.

Pero el anexionista Partido Nuevo Progresista (PNP), liderado por Carlos Romero Barceló, al advenir a la gobernación en cuatrienios posteriores, se encargó de cabildear en Washington en contra de la Sección 936, arguyendo que era un resquicio en el Código Federal de Rentas Internas de Estados Unidos para evadir el pago de contribuciones y que las industrias no cumplían con los requisitos de creación de empleos para ser beneficiarios del beneficio contributivo.

Finalmente, el Congreso de Estados Unidos derogó la Sección 936 y frenó los incentivos de inversión de capital en Puerto Rico de esas industrias.

De ahí en adelante, Puerto Rico está económicamente a la deriva y sin un plan innovador y concertado de desarrollo económico que diera continuidad al avance de su economía, en parte a la dependencia para ello de factores exógenos incontrolables por los puertorriqueños. INS

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