P. Rico-Oficialismo estadounidense impone su “verdad” sobre los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, pero quedan muchas interrogantes sin contestar (análisis)

Los supuestos ataques terroristas causaron la muerte de 2,996 personas y más de seis mil heridos. / Inter News Service

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 12 sep (INS).- Agobia ver cómo la llamada “verdad” que impone el oficialismo en Estados Unidos sobre ciertos acontecimientos trascendentes se fijan como cierta para la inmensa mayoría de la gente. Y eso es lo que ha sucedido con el supuesto ataque terrorista a las Torres Gemelas (World Trade Center) del 11 de septiembre en Nueva York.

Entre todos los cuestionamientos está el hecho de que extrañamente el nuevo arrendatario del WTC, Larry Silverstein, cuyo contrato hecho en la primavera del año 2000 tenía una duración de 99 años, renegoció durante el verano de ese año las pólizas de seguros para que se incluyeran los ataques terroristas.

Después del 11 de septiembre, Silverstein luchó en los tribunales para que se le otorgara el doble de la póliza, alegando que como hubo dos ataques terroristas y no uno, los ataques debieran considerarse como dos eventos separados. Silverstein ganó el caso y se le otorgó un pago de siete mil millones de dólares.

Fue él quien dijo en un reportaje de PBS, titulado América reconstruye: “Recuerdo haber recibido una llamada del comandante de los bomberos para advertirme que creía que no podrían contener el fuego. Le contesté: sabes, hemos tenido una terrible pérdida de vidas y lo mejor que podemos hacer es tirarlo. Y tomaron la decisión de tirarlo y vimos al edificio caer”.

Similares dudas surgen en relación al ataque contra el Pentágono, que está a 15 kilómetros de la base aérea Andrews, donde está apostados aviones cazas para cualquier acción imprevista.

La versión oficial admite que se enviaron aviones cazas para evitar lo del Pentágono, pero no llegaron a tiempo. Y en lugar de enviarlos desde la base más próxima (la base Andrews, donde casualmente los aviones no estaban disponibles, sino que en prácticas), se procedió a enviar los de la base Langley, en Virginia.

Langley, ubicada a 200 kilómetros del Pentágono, envió dos F-16 a las 9:24 AM. Un F-16 puede alcanzar velocidades de casi dos veces la del sonido (Mach 2, a aproximadamente 2,300 kilómetros por hora), así que estaban en condiciones de haber llegado a tiempo.

Se dice que el piloto del vuelo 77 tuvo la última comunicación de rutina con la torre de control a las 8:50 de la mañana. A las 9:09 AM, al ser imposible encontrar el avión en radar, los controladores reportaron sobre un posible “accidente”, reportó The Washington Post.

El entonces vicepresidente, Dick Cheney, explicó que luego de que los terroristas apagaron el  radiofaro, se reportó confusamente que el avión había aterrizado en Ohio.

La interpretación del radiofaro provoca un alarma directa en el cuerpo militar responsable de la defensa aérea de Estados Unidos y Canadá (Norad). El avión que no tenga su tarjeta de identificación, que es el radiofaro, se convierte en una amenaza potencial y puede ser derribado.

Los vídeos mostrados inicialmente por NBC evidencian que no únicamente no hay un avión comercial entre los escombros encontrados en el Pentágono, sino que el fuego, según los expertos que han estudiado la cinta, se comporta de una manera que sólo puede ser consecuencia de una explosión y no de la combustión del queroseno de un avión.

Es la opinión de Pierre Henri Bunel, especialista del Ejército francés. Añade: “La bola de fuego de las Torres Gemelas se proyecta hacia afuera y hacia abajo, mientras que la del Pentágono lo hace hacia arriba, señal de que las temperaturas que generó fueron más altas en el caso de Washington, al producirse una mayor evaporación, lo que indica que se trató de una detonación, ya que si el origen del fuego es por keroseno, las temperaturas son más bajas”.

Desafortunadamente, el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) confiscó las filmaciones efectuadas desde las cámaras de seguridad, tanto de una gasolinera como del hotel Sheraton, aledaños al Pentágono.

Lo curioso de todo es que el vuelo 77 que, según la versión oficial, se estrelló contra el Pentágono, misteriosamente desapareció del radar varios minutos antes de que ocurriera la tragedia, cuando atravesaba las densas arboledas de los Parques Nacionales de Ohio, un área despoblada donde no había nadie disponible para presenciar su vuelo.

Minutos más tarde, un “bip” en el radar advirtió que una aeronave veloz, a una velocidad que no podía ser la de un Boeing, se dirigía hacia el Pentágono.

Las declaraciones hechas por un ingeniero que trabajaba en el Pentágono al Washington Post plantean un serio cuestionamiento de la versión oficial. Dijo este ingeniero del Pentágono: “Nosotros oímos un ruido, un ruido fuerte, como el de un misil. A continuación se oyó la explosión”.

El hueco que dejó en el Pentágono fue de cuatro por cinco metros. Un Boeing no puede dejar un pequeño hueco como ése. El fuego en el área de impacto no fue capaz de quemar un libro que quedó abierto entre los escombros. Y surge la pregunta: ¿por qué estaban trabajando ese día 800 de las 4,500 personas que laboran en el Pentágono?

La información de la caja negra presuntamente recuperada en el Pentágono, aunque nunca se ofrecieron imágenes de escombros de un avión tras la explosión en el área, revela la altitud, la velocidad y la ruta del American 77 que supuestamente se utilizó para el ataque.

Esta información contradice la ofrecida originalmente por el Pentágono. La ruta de aproximación que se dice ofrece la caja negra recuperada es distinta a la ofrecida originalmente en la versión oficial.

Los postes que se dice fueron derribados por el avión están fuera de la ruta que ofrece la caja negra. El altímetro informa de una altitud de 71 metros con descenso en picada; demasiado alto para haber derribado esos postes.

Un análisis de la que debió ser la trayectoria del avión, según la información de la caja negra que dice tener el Pentágono, sugiere en todo caso que el avión debió pasar por un área de un poste que, entonces, debió haber sido derribado y se quedó en pie. O sea, la evidencia física y la de la supuesta caja negra del avión no coinciden.

Estas evidencias incongruentes nunca fueron reseñadas por la prensa estadounidense. Lo cierto es que ningún Boeing 757 pasó cerca del Pentágono ese día.

La evidencia examinada por expertos concuerda más con el ataque de un misil, disparado desde el avión C-130, del cual hay registros de que despegó poco antes del ataque al Pentágono.

Después de los ataques del 11 de septiembre, varios congresistas, demócratas en su mayoría, pero también republicanos, acusaron a la administración del presidente George W. Bush de estar obstruyendo la investigación en marcha y de impedir que se divulgara a los ciudadanos estadounidenses los datos conocidos de forma íntegra.

Diecinueve años después, al día de hoy, todavía persisten las interrogantes sin contestación oficial de aquellos fatídicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001.INS

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