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La deuda pública global de todos los países del mundo se sitúa actualmente en 226 billones de dólares. / Inter News Service, archivo
Por Rafael Santiago Medina
San Juan, 20 oct (INS).- Endeudar el país para compensar la detención de crecimiento económico o inclusive el decrecimiento de su economía, como en el caso de Puerto Rico. Poder obtener los gobiernos, así, el dinero para el fisco que la detención del crecimiento económico o, incluso, el decrecimiento de la economía impidió cuando ya no hubo suficientes fuentes de recaudos fiscales para los proyectos y obras públicas.
Este ha sido, como lo fue en Puerto Rico, el caldo de cultivo para la especulación y la usura de los fondos de inversión en acreencia de los países de los mercados internacionales de bonos gubernamentales prestatarios. Endeudar a los países es para esos fondos internacionales de inversión un negocio lucrativo.
En esa trampa financiera cayó Puerto Rico. Una trampa en la que no únicamente ha caído Puerto Rico, sino otros muchos países del mundo. La deuda pública global de todos los países del mundo se sitúa actualmente en 226 billones de dólares (trillions, en cifras anglosajonas), un valor cercano al 100% del Producto Interior Bruto (PIB) del planeta.
Esta cifra de la deuda, incluye tanto la deuda del sector público como la del sector privado no financiero, según un comunicado difundido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a través de su página web.
El texto, que recoge datos del último informe Fiscal Monitor del FMI, indica que ese parámetro aumentó un 14% en 2020 debido a las consecuencias económicas derivadas de la pandemia de Covid-19. Asimismo, señala que es necesario vigilar de cerca la deuda privada, porque un exceso de la misma puede terminar provocando un aumento de la pública.
La organización financiera internacional sostiene que, a medida que la deuda aumente, los países tendrán que calibrar las políticas fiscales según sus propias circunstancias, incluido el ritmo de la inmunización y el vigor de la recuperación.
Cuando la acreencia de los países llega a un punto en que los préstamos que se consideren otorgársele son considerados altamente riesgosos y los mercados de bonos regulares se resisten a incurrir en tal riesgo, como sucedió con Puerto Rico, entonces entran en juego los fondos buitres de inversión acreedora.
El mercado de bonos de inversión buitre compra bonos de los gobiernos endeudados y sin créditos en los mercados prestatarios internacionales a precios de pescado ya hedientes a descomposición y luego se benefician de pagos de saldo de la deuda a un valor mayor a lo invertido.
Ajustes que hagan posible pagar lo que se consideraba impagable es lo que se pretende aprobar en el Senado de Puerto Rico, como lo hizo ya la Cámara de Representantes con el proyecto legislativo de la Ley Habilitadora del Plan de Ajuste de la Deuda. Y en el proceso, rinde frutos la listeza de los fondos buitres de inversión en acreencias del mercado de bonos prestatarios al gobierno. INS
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