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Vacunación contra el Covid-19. / Inter News Service
Por Rafael Santiago Medina
San Juan, 21 jul (INS).- Depositar la fe absoluta en las vacuas para erradicar la pandemia del Covid-19 parece ser un error de cálculo. La solución al mal no es tan simple como parece. Las vacunas no evitan la propagación del virus, especialmente con una variante viral como la Delta de fácil y rápido contagio.
El ejemplo es claro y fehaciente. España tiene uno de los mejores índices de vacunación en su población, pero es, sin embargo, uno de los países de la Unión Europea con mayor tasa de contagios por Covid-19 en estos momentos: 622 por cada 100,000 habitantes.
Reino Unido ha venido sufriendo la más alta incidencia de contagios de Covid-19 en el mundo entre personas ya vacunadas contra el virus. El 47% de los nuevos casos de Covid en el Reino Unido corresponden a personas que han recibido al menos una dosis de la vacuna, según un estudio del Kings College y la firma de tecnología sanitaria ZOE.
La nota esperanzadora es que las vacunas han reducido enormemente las infecciones graves y que el Covid para los postvacunados es una enfermedad mucho más suave que para los no vacunados.
El estudio del Kings College y ZOE fue realizado en la semana del 10 de julio, sobre la base de 33,118 casos en un día. Hubo en días recientes hasta 48,553 casos y 63 muertes registradas.
El buen tiempo y el levantamiento de las últimas restricciones el 19 de julio pueden disparar la cifra hasta 100,000 casos diarios en el verano, según ha reconocido el secretario de Salud, Sajid Javid.
Lo cierto es que las precauciones sanitarias de distanciamiento, el uso de mascarillas, evitar estar en lugares cerrados por largo tiempo y las conglomeraciones de personas en un mismo sitio es tan importantes como la vacunación en un alto porcentaje de la población.
Los datos sobre contagios con Covid-19 entre personas ya vacunadas lo que aparenta ser el argumento más sólido contra la pretensión de la obligatoriedad de la vacunación.
Si tal obligatoriedad es constitucional o no parece ser un elemento secundario a su efectividad sanitaria pragmática. más allá de lo teórico y leguleyo. La verdad apunta a que la obligatoriedad de vacunarse no parece tener un resultado sanitario efectivo para detener la nueva ola de contagios que se percibe en el mundo.
Respetando la opinión del argumento antivacunación que pudiera o no ser fehacientemente cierto (existe constitucionalmente la libertad de equivocarse), lo cierto es que la vacunación masiva no detendrá por sí sola la pandemia, ni será un freno a la nueva ola de contagios y propagación del virus internamente en gran parte de los países del mundo, si no está acompañada de medidas sanitarias profilácticas en los hábitos y conductas de las personas para evitar la propagación del virus. INS
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