P. Rico-Haití: un duplicado de Somalia en América, ante la mirada impasible de Estados Unidos (análisis)

El asesinado presidente Jovenel Moïse./Twitter

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 8 jul (INS).- La anarquía de un país dividido en señoríos de la guerra con sus propios ejércitos privados que se disputan el control nacional a lo Somalia en África se duplica en América con el caso actual de Haití.

Haití, descrita como la Somalia de América, queda en un vacío de poder político nacional que deja al país a merced de los capos pandilleros, tras el magnicidio de Jovenel Moïse.

Existe una gran incertidumbre, tras la muerte a tiros del presidente Moïse este miércoles en su domicilio privado en la vecindad exclusiva de Palerin, en Puerto Príncipe, a pesar de la declaración del primer ministro, en funciones de Haití, Claude Joseph, de un estado de sitio nacional.

Se descarta un adelanto de las elecciones y es improbable que surja un gobierno transicional de coalición. Hay en Haití una gran fragilidad institucional que propicia una espiral de violencia desbocada. Ante la atenta mirada de Estados Unidos. Haití está prácticamente en la anarquía, sin un claro liderazgo nacional.

El Parlamento haitiano lleva desde enero del año pasado parcialmente disuelto a la espera de unas elecciones presidenciales y legislativas convocadas para el próximo 26 de septiembre y a las que no podía presentarse Moïse para su reelección.

Tras el magnicidio, la legislación prevaleciente en Haití establece la convocatoria en 90 días de unas nuevas elecciones para renovar el Parlamento y la presidencia. No obstante, el plazo fijado legislativamente sería posterior a la fecha ya había sido prevista anteriormente por Moïse.

Empero, se levantan dudas de que los comicios puedan celebrarse, porque no existe todavía un padrón ni un Tribunal Electoral capaz de organizar las elecciones.

Mientras tanto, hay en estos momentos dos primeros ministros: Claude Joseph, quien ejerce el cargo de forma interina desde abril, y Ariel Henry, nombrado por Moïse el pasado lunes, pero que todavía no había asumido el puesto de forma oficial.

No habiendo institucionalmente partidos políticos de oposición constituidos formalmente en toda regla legal, la posibilidad de un gobierno de concertación nacional parece remota.

Lo que existe políticamente en Haití son dos frentes: el PHTK, de centro derecha, al que pertenecía Moïse, y una corriente política vinculada a la izquierda de presidentes históricos como Jean-Bertrand Aristide, derrocado hasta en dos ocasiones con la colaboración de Estados Unidos.

A esta corriente política pertenece uno de los principales opositores: Jean-Charles Moïse, cercano al chavismo y que se sustenta ideológicamente por la solidaridad de Venezuela con Haití, suministrando petróleo venezolano para sostener la débil economía haitiana.

Sin embargo, esa solidaridad se vio interrumpida por el advenimiento al poder del presidente asesinado en la madrugada de ayer miércoles. Moïse tuvo la pretensión política de acercarse más a Estados Unidos y alejarse política y económicamente de Venezuela.

Los tumultos callejeros en Haití han tenido el respaldo de la oposición política a Moïse, a la que se le acusa, incluso, de coludirse con las bandas criminales que asolan el país.

Un informe del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (CARDH) sostiene que en Haití existe “una hegemonía del crimen”. Solo en junio, más de 150 personas fueron asesinadas —entre ellas 30 policías— y otras 200 fueron secuestradas en la zona metropolitana de Puerto Príncipe. Son bandas criminles a las que se les asocia con el tráfico de drogas, el secuestro e incluso a poderes fácticos como los empresarios, para los cuales estas bandas criminales funcionan como grupos paramilitares de “seguridad” y apoyo.

El grupo de las familias más poderosas de Haití también formaban parte de los enemigos de Moïse. Así está el caso de la familia Vorve, dueños de la electricidad del país, y a quienes Moïse apartó del jugoso negocio energético. Durante los últimos meses, el presidente había acusado a estos grupos empresariales de estar detrás de los intentos de golpe de Estado y magnicidio.

Unas recientes declaraciones de Jimmy Barbecue Cherizier, un expolicía que lidera una de las bandas violentas más poderosas de Puerto Príncipe, empoderada ante el auge de la industria de los secuestros y el tráfico de armas y droga, que éste hiciera a través de las redes sociales, anunciaba una “insurrección de los pobres”.

Ante toda esta situación de caos en Haití, Estados Unidos ha mostrado una cautela que contrasta con situaciones anteriores en este país caribeño, y que sectores acusan de ser fácticamente una complicidad con el caos y la anarquía haitiana.

Videos que circularon durante las primeras horas del magnicidio muestran en las redes sociales a los supuestos atacantes identificándose como miembros de la agencia estadounidense antidrogas (DEA). Las especulaciones sobre implicaciones de agentes de la DEA en el magnicidio de Moïse han sido tajantemente rechazadas tanto por el Departamento de Estado estadounidense como por el propio embajador de Haití en Estados Unidos. INS

rsm/

Attachments