P. Rico-No tiene por qué haber preocupación en la Isla con parásito que destruye el hígado detectado en Canadá

Por Rafael Santiago Medina

 San Juan, 25 jun (INS).- El peligro del contagio con Echinococcus Multilocularis, el parásito detectado recientemente en Canadá entre seres humanos que daña el hígado o los pulmones, no es por el contacto entre personas como con el caso de los virus, sino por la ingestión de huevos del parásito presentes en los alimentos, el agua o el suelo contaminados o por el contacto directo con animales que actúan como hospedadores. De modo que no hay por qué haber preocupación en Puerto Rico.

Por ser la equinococosis humana una enfermedad parasitaria provocada por tenias del género Echinococcus, las dos formas más importantes de la enfermedad en las personas son la equinococosis quística (hidatidosis) y la equinococosis alveolar.

El tratamiento de la equinococosis a menudo resulta caro y complicado, y puede que requiera cirugía y/o tratamiento farmacológico prolongado.

Los programas preventivos se centran en la desparasitación de perros y ovejas y también en la profilaxis e higiene en los mataderos de reses, cerdos y otros mamíferos.  

Puede haber en cualquier momento dado hasta más de un millón de personas afectadas por equinococosis en el mundo.

La equinococosis humana es una zoonosis (es decir, una enfermedad transmitida al ser humano por los animales) provocada por tenias parásitas del género Echinococcus. Las dos formas más importantes, que tienen trascendencia médica y de salud pública para el ser humano, son la quística y la alveolar.

Varios animales herbívoros y omnívoros son hospedadores intermediarios de Echinococcus que se infectan al ingerir huevos del parásito presentes en alimentos y aguas contaminadas; posteriormente, el parásito evoluciona en las vísceras del animal a las fases larvarias.

Los hospedadores definitivos son animales carnívoros que albergan las tenias maduras en sus intestinos. Estos animales se infestan al consumir vísceras de hospedadores intermediarios que contienen larvas del parásito.

Los humanos actúan accidentalmente como huéspedes intermediarios porque se infestan del mismo modo que los demás huéspedes intermediarios pero no transmiten el parásito a hospedadores definitivos.

Se conocen varios genotipos de E. granulosus que tienen distinta preferencia por los distintos hospedadores intermediarios, y algunos genotipos se consideran especies distintas de E. granulosus. No todos los genotipos afectan al ser humano.

El genotipo causante de la gran mayoría de los casos humanos de hidatidosis sigue principalmente un ciclo perro-oveja-perro, aunque también pueden participar en él otros animales domésticos como la cabra, el cerdo, la vaca, el camello o el yak.

El ciclo vital de E. multilocularis, que causa la equinococosis alveolar, suele ser silvestre e incluye zorros y otros carnívoros y pequeños mamíferos (sobre todo, roedores) como hospedadores intermediarios, mientras que los perros y gatos domésticos también pueden ser hospedadores definitivos.

Tras la ingestión, el E. granulosus produce uno o más quistes hidatídicos localizados a menudo en el hígado y los pulmones, y, con menor frecuencia en los huesos, los riñones, el bazo, los músculos, el sistema nervioso central y los ojos.

El periodo asintomático de incubación puede durar muchos años, hasta que los quistes hidatídicos alcanzan un tamaño que ocasiona signos clínicos. Sin embargo, a cerca de la mitad de los pacientes que toman un tratamiento farmacológico, este se les prescribe en los primeros años posteriores a la infección.

La localización hepática de las hidátides suele causar dolor abdominal, náuseas y vómitos. Cuando son afectados a los pulmones, los signos clínicos son tos crónica, dolor torácico y disnea. Pueden aparecer también otros signos en función de la localización de los quistes hidatídicos y de la presión que ejercen sobre los tejidos circundantes. Algunos signos inespecíficos son anorexia, pérdida de peso y debilidad.

La equinococosis alveolar se caracteriza por un periodo de incubación asintomático de 5 a 15 años y el desarrollo lento de una lesión primaria similar a un tumor, usualmente en el hígado. Los signos clínicos son pérdida de peso, dolor abdominal, malestar general y signos de insuficiencia hepática.

Las metástasis larvarias pueden diseminarse tanto a los órganos adyacentes al hígado (por ejemplo, el bazo) como a lugares distantes (como los pulmones o el cerebro) cuando el parásito viaja a través de la circulación sanguínea y linfática. Si no se trata, la equinococosis alveolar es progresiva y letal.

Analizado el asunto con cautela, es poco probable que el parásito se propague a Puerto Rico, pese al tránsito de personas en ambas direcciones entre Canadá, Estados Unidos y el territorio puertorriqueño, teniendo en cuenta la manera en que se produce la infestación parasitaria y no tratarse de un virus. INS

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