P. Rico-La homogeneización ideológica de las colectividades políticas que conforman el modelo bipartidista de la democracia liberal (análisis)

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 19 ene (INS).- La política institucionalizada del bipartidismo, indistintamente de uno u otro partido que se turne en el poder, se homogeniza para garantizar la continuidad armoniosa del modelo sistémico de la democracia liberal.

Esa forma de gobierno consistente de una democracia representativa, en la que la capacidad de los representantes electos para la toma de decisiones políticas está sujeta al Estado de Derecho y normalmente es moderada por una Constitución.

Es esa Constitución la que regula los derechos y las libertades individuales y colectivas. Establece, además, restricciones en el ejercicio del poder y establece las reglas de la vida social, económica y política en democracia.

Los derechos y las libertades que garantizan  las constituciones de las democracias liberales varían, pero normalmente incluyen derechos a un debido proceso, a la intimidad, a la propiedad privada y a la igualdad ante la ley, así como las consabidas  libertades de expresión, asociación y culto.

La tolerancia y el pluralismo político que se supone caractericen a las democracias liberales no siempre tienen la misma flexibilidad a la disensión, principalmente cuando está en juego intereses económicos y la estabilidad del sistema de gobierno que garantiza su subsistencia. El mejor ejemplo es lo que se vive en estos momentos en Estados Unidos.

Es por eso que la liberalidad de las democracias capitalistas se estrecha, hasta el extremo, a veces, de revertir a regímenes dictatoriales para proteger esos intereses económicos y su concomitante sistema de gobierno.

De modo que el término “liberal” dentro de la expresión “democracia liberal” no implica que el gobierno de una democracia de este tipo deba seguir estrictamente la ideología política del liberalismo, si bien el concepto puro de “democracia liberal” nace de la corriente política del liberalismo.

Es por tal razón que se denota cada vez menos diferencia en el ideario político y fundamentos ideológicos de los partidos que se alternan en el poder en el modelo sistémico bipartidista. En el caso de Puerto Rico, hay cada vez más indistinción entre el Partido Popular Democrático (PPD) y el Partido Nuevo Progresista (PNP).

En el período actual que se inicia de gobierno compartido tras los resultados de las elecciones del 2020 y el surgimiento emergente de nuevas fuerzas políticas y el fortalecimiento del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) con un 14% de los votos obtenidos en los comicios generales, se verán las alianzas entre el PNP y el PPD en la Legislatura para hacer que prevalezcan ciertos intereses y propósitos de proveer estabilidad al sistema de gobierno, no necesariamente a la gobernanza y al bienestar común.

Y, desde luego, habrá que tender puentes estratégicos de concertación política con los partidos emergentes y con el PIP como oposición para que la gobernabilidad de nuestro modelo sistémico de democracia no se interrumpa. INS

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