P. Rico-Críticos a estrategia anunciada desde La Fortaleza para volver a ser emporio farmacéutico opinan que fracasará sin un distintivo fiscal autónomo como atractivo de inversión (análisis)

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 13 (INS).- Visualizar a Puerto Rico como posesión estadounidense de ultramar que pertenece pero no forma parte de Estados Unidos quedó demostrado en la estrategia anunciada desde La Fortaleza el lunes para restaurar a Puerto Rico en un emporio industrial farmacéutico como algo incomprensible y sin ninguna posibilidad conceptual en el ideario de estadidad, al que se abrazan tanto la comisionada residente en Washington, Jenniffer González Colón, como la gobernadora Wanda Vázquez Garced.

Puede palparse esa lejanía conceptual en la estrategia anunciada por ambas desde los predios de La Fortaleza para volver a convertir a Puerto Rico en punto de inversión de capital, aprovechando la coyuntura histórica del deseo en Estados Unidos de romper con su dependencia farmacológica de China.

Es sabido que alrededor del 90 por ciento de los ingredientes activos (“precursores” manufacturados) utilizados por los fabricantes de medicamentos estadounidenses provienen de la potencia asiática.

Para detener esa dependencia bajo la crisis salubrista por la pandemia del Covid-19 que ha convertido a Estados Unidos en epicentro del foco de infección en el mundo, desde Washington congresistas han venido contemplando la posibilidad de volver a los tiempos de los incentivos tributarios permitidos por la Sección 936 del Código Federal de Rentas Internas a Puerto Rico, algo que también tiene acogida en sectores políticos isleños.

Los partidarios de la estadidad para Puerto Rico han mostrado siempre resistencia a que se le dé trato preferencial a Puerto Rico en materia tributaria.

Recientemente, se aprobó en el Senado una resolución concurrente, que lee en una de sus partes, como sigue: “En estos tiempos de solidaridad nacional, algunos cabilderos se dedican a impulsar propuestas para regresar al pasado, con medidas de exenciones contributivas especiales para beneficiar solamente a las ganancias de empresas de los grandes intereses de sus clientes en Puerto Rico. El liderato Congresional lo ha rechazado porque no le han servido bien a Estados Unidos ni a los contribuyentes americanos en los estados o en Puerto Rico. Estas medidas dependen de la continuación de la no incorporación del territorio a expensas del derecho a trato igual de los ciudadanos americanos en la Isla”.

Lo que se ha venido señalando es que la estrategia anunciada por González Colón y Vázquez Garced parece haber olvidado que para que Puerto Rico vuelva a ser un emporio industrial farmacéutico, son indispensables medidas especiales tributarias que sirvan de atractivo de inversión de capital en territorio boricua nuevamente y que nos diferencie fiscalmente de los 50 estados de la nación estadounidense.

Críticos de la estrategia anunciada indican que son esas medidas tributarias especiales las que sirven para imantar una posible inversión de capital de industrias farmacéuticas en Puerto Rico, por sobre cualquier otro territorio del mundo.

Ese es precisamente el argumento editorial del New York Post como recurso para que Estados Unidos pueda romper con la excesiva dependencia de China para la producción farmacéutica, y es por eso que considera que “mientras Washington busca abordar eso, debería considerar matar dos pájaros de un tiro, usando el tema como una oportunidad para darle una ventaja a Puerto Rico”.

Según el New York Post, “sería de bien restaurar esa preeminencia” que Puerto Rico tenía con las ventajas tributarias de lo que fue la Sección 936 del Código Federal de Rentas Internas.

Amplios sectores de opinión en Puerto Rico recuerdan los argumentos del periódico neoyorquino acerca de que en la década de 1970, el Congreso aprobó exenciones de impuestos para las empresas que se instalaron en Puerto Rico y “los fabricantes de medicamentos aprovecharon y pronto convirtieron a la isla en uno de los principales centros de producción farmacéutica del mundo”.

Especialmente, hacen referencia a lo que menciona el editorial del New York Post, de paso, considerado un periódico editorialmente conservador, que “el presidente Bill Clinton firmó la ley para comenzar a eliminar gradualmente las exenciones fiscales federales en la década de 1990 y que, una vez, expiraron por completo en 2006, la industria comenzó a retirarse de la isla y fue el punto de arranque de la prolongada recesión económica que agobia a Puerto Rico”.

De modo que la consideración que estas personas hacen es que cualquier estrategia de estímulo a la inversión de capital en Puerto Rico no puede obviar que sin un distintivo fiscal, todo esfuerzo en ese sentido es una futilidad destinada desde su génesis al fracaso.INS

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