R. Dominicana-A 58 años del ajusticiamiento del dictador Trujillo todavía quedan huellas de su estilo de gobierno (crónica)

Por Manuel Vólquez

Santo Domingo, 30 may (INS).- El pueblo dominicano conmemora hoy el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, ocurrido el 30 de mayo de 1961, cuando fue emboscado en el malecón de la capital dominicana por un grupo de allegados, civiles y militares, poniendo así fin a 31 años de vulneraciones a los derechos humanos y violación a la libertad de expresión.

Los principales protagonistas de esa jornada, quienes terminaron perseguidos y acribillados, fueron Juan Tomás Díaz, Antonio de la Maza Vásquez, Luis Amiama Tío, Antonio Imbert Barreras, Luis Manuel Cáceres Michel y los hermanos Salvador y César Estrella Sadhalá.

Se trataba de militares y personas conocidas del dictador, con diferentes motivaciones para acabar con él, como son las muertes el 25 de noviembre de 1960 de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, humillaciones contra algunos de ellos en público y en privado, el ultraje al honor familiar por reclamos sexuales de Trujillo a la dama de la casa, prohibiciones y discriminaciones ofensivas, crímenes contra algún hermano después de cumplir delicadas misiones del régimen, que luego eran mandados a matar por el tirano.

Para muchos historiadores y analistas en asuntos políticos, a 58 años de esa muerte, aún quedan huellas de la forma de gobierno que Trujillo impuso a la sociedad dominicana.

Recuerdan estos intelectuales que para 1930, la República Dominicana había sobrevivido a la primera intervención militar norteamericana, en 1916, y se prolongó hasta 1924, cuando fue elegido presidente Horacio Vásquez, quien precedió en el gobierno al dictador, un joven militar oriundo de San Cristóbal, sureña ciudad situada a 30 kilómetros (19 millas) desde Santo Domingo.

Un gobierno de 30 años produjo una sociedad marcada por la ideología y los valores políticos de Trujillo Molina, quien reestructuró el Estado para que sirviera fundamentalmente a su interés personal”, señala el historiador Alejandro Paulino en un reportaje publicado por la periodista Cristal Acevedo en mayo de 2013.

Explica que Trujillo, constituido como único jefe y salvador, quería lograr que cada dominicano viera en su nombre y persona, la figura con capacidad para resolver los problemas del pueblo, consiguiendo que con esa proyección de un jefe absoluto y salvador.

Esto se manifiesta en la falta de institucionalidad que ha vivido el país en los últimos 52 años. Por eso todos los reclamos, por más mínimos que sean, la gente siempre trata de exigirle al Presidente soluciones”, dice Paulino.

El historiador sostiene que junto a la falta de institucionalidad todavía pervive la manera en que el aparato del Estado se vincula a los partidos políticos y citó el hecho de que durante la dictadura, el Partido Dominicano, creado por Trujillo, tenía tanta preponderancia que si no se pertenecía a esa organización política, las posibilidades de ascender a puestos claves en la administración pública eran limitadas.

Considera que esto último sigue siendo una práctica que se evidencia en casos de personas que, solo por pertenecer a uno de los partidos mayoritarios actuales, durante “sus gobiernos” ocupan distintos cargos en entidades estatales, avalados por la recomendación de amigos “políticos”, compañeros de partido.

Creo que eso es lo que expresa que todavía, después de décadas, una parte importante de la población pone su esperanza en su militancia y en el triunfo de tal o cual partido”, precisa.

Otro elemento que destaca el historiador es que el trujillismo se encarnó en Joaquín Balaguer, quien a fuerza de represión gobernó la República Dominicana durante 14 años (ocupó tres períodos no consecutivos para ese cargo desde 1960-1962 y 1966 hasta 1978), época en que fueron asesinados, y desaparecidos, cientos de dirigentes de izquierda, entre estos estudiantes, obreros y periodistas.

Más de 20,000 personas desaparecieron en los gobiernos de Trujillo y Balaguer, según los registros periodísticos.

Según Paulino, todavía la sociedad quisqueyana no se ha podido liberar del lastre de lo que significó la dictadura de Trujillo y eso tiene mucho que ver con la permanencia en el poder del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y su principal dirigente, Joaquín Balaguer.

Apunta que “fue Balaguer quien proclamó en el panegírico leído ante el féretro de Trujillo, que él y su grupo se comprometían a no dejar morir el trujillismo, para que trascendiera, aun después de muerto y mientras ellos estuvieran vivos, y creo que lo lograron”.

Este historiador opina que se puede entender que un gobierno que se prolongó por décadas (refiriéndose a la dictadura de Trujillo) debió dejar algún legado positivo para los dominicanos, “Pero los daños fueron tantos que lo eclipsaron”.

Tal vez las construcciones de obras públicas se pueden señalar como tales, pero el daño ideológico, político, ético y moral fue tan grande, que entonces esas obras se empequeñecen y pierden valor”, agrega.

Respecto a la aplicación de las leyes y el respeto a la Constitución durante la Era del dictador, Paulino retoma a Balaguer, quien se refirió en una ocasión al valor de la Carta Magna, diciendo que era “un pedazo de papel”, un cuadro que considera dañino, heredado del sátrapa, y el que dice está referido a la falta de aplicación de las leyes y la Constitución, debido a que aunque las leyes existen para organizar la vida social y económica, “Trujillo sólo las aplicaba en la medida en que le interesaba”.

Explica que por esa razón “los dominicanos aprendieron que las leyes y la Constitución eran formulismos y que los gobernantes hacían con ella lo que les viniera en ganas”.

Paulino, quien es subdirector del Archivo General de la Nación (AGN), considera que los gobiernos de Balaguer fueron una prolongación de la dictadura y asegura que, de hecho, el Partido Reformista tenía en su estructura a los más destacados beneficiarios de ese régimen.

Para mí, Balaguer es el gran responsable de lo que significó la permanencia del trujillismo en la política y en la ideología de los dominicanos”, manifiesta.

Acerca de los aspectos de la dictadura que todavía existen en la sociedad quisqueyana, precisa que “el autoritarismo, la impunidad, la permanencia de una estructura y programa escolar, la militarización de la Policía, las relaciones entre el Estado y el partido, el Concordato con la Iglesia Católica, la promoción permanente del funcionario a todos los niveles”, son algunas de las cosas heredadas de la tiranía.

Comenta el investigador que en la actualidad “hasta para hacer una cloaca se coloca la imagen de un síndico para anunciar que él es quien construye la insignificante obra”. Esta costumbre permanece en las mentes de los políticos locales, sobre todo legisladores, quienes todavía colocan fotografías de los presidentes de turno en todas las oficinas de las instituciones gubernamentales a su cargo y en la carrocería de las ambulancias que donan.

Pero en adición a esto, cree que lo que más daño sigue haciendo al país es que los gobernantes toman decisiones por encima de lo que dice la ley y la Constitución, lo que se resume en la falta de institucionalidad que impera en la República Dominicana.

Sin embargo, otros investigadores obvian las malas acciones de Rafael Leónidas Trujillo, quien se hacía llamar “El benefactor de la Patria”, y destacan el hecho de que al asumir el poder, a partir de 1930, “el merengue se convirtió en la más alta expresión musical del pueblo dominicano, pues en esa época no era aceptado como tal, porque la alta sociedad lo calificaba como “ordinario”.

De esa manera, Trujillo impuso este contagioso ritmo musical a lo largo y ancho de todo el país, incrementando el surgimiento de los famosos conjuntos típicos o de “pericos ripiaos”, y las bandas de música en todos los parques “con instrumentos de extraordinaria calidad, estadounidenses y europeos”.

Según el libro, “El merengue y la realidad existencial de los dominicanos”, del escritor y profesor, Luis Manuel Brito Ureña, es común que se le atribuya al tirano la difusión de merengue en esa época, ya que desde el surgimiento de ese régimen las cosas evolucionaron, especialmente porque utilizó los conjuntos típicos para ganarse el pueblo de clase baja, durante su campaña política.INS

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