P. Rico-Arzobispo de San Juan hace un llamado al optimismo y la fe: “Es día de empezar a dejar nuestras tumbas vacías”

San Juan, 1 abr (INS).- En su homilía de Domingo de Resurrección, el arzobispo de San Juan, Roberto Octavio González Nieves, hizo un ferviente llamado al pueblo puertorriqueño a dejar atrás el derrotismo y las amarguras, y mirar de frente con optimismo y fe: “Es día de empezar a dejar nuestras tumbas vacías”, proclamó.

Aseveró también que “los huracanes puedan que lo destruyan todo, menos la esperanza (…) Hoy les suplico que nos dejemos iluminar por el esplendor del Resucitado. Que aquellos caminos de divergencias y de desunión se conviertan en puentes de diálogo y amor patrio”.

Recordó luego las palabras bíblicas: “Muerto el que es la Vida, triunfante se levanta”. Y luego remachó: “Hoy es día de dejar atrás tanto derrotismo, tanta desesperación, tanta turbulencia; hoy es día de empezar a liberarnos de ese estilo de vida tipo tumba que nos condena a la frialdad, al aislamiento de los demás, al inmovilismo espiritual y caritativo, al anclaje evangélico y al ‘anestesiamiento’ misionero”.

Añadió que “hoy celebramos la Resurrección de Jesús y no solamente continúa temblando el lugar de su sepulcro, sino que ha estremecido los cimientos de la humanidad para darles una nueva forma, la forma del amor y la esperanza. El estruendo del sepulcro anunciando su salida nos debe hamaquear para despertarnos del letargo de la muerte y la desesperación”.

Más adelante exhortó a que en Puerto Rico “no vivamos con el semblante triste de los que caminaban hacia el sepulcro, sino con el semblante alegre y esperanzado de aquellos que descubrieron la tumba vacía, que descubrieron que quien resucitó era el Hijo de Dios Padre, el Emanuel, el Dios con nosotros, el Dios con Puerto Rico y con su gente”.

Argumentó que “si bien en la cruz se aprende que Dios aprieta, es en la resurrección que nos damos cuenta de que no ahoga, que no asfixia y que nos promete una nueva vida, mejor, eterna y resucitada”.

“La resurrección nos invita a no ser un pueblo triste, a pesar de sentir las llagas del Resucitado. Las crisis no deben definirnos sino la esperanza en el Resucitado. Las crisis nos ocupan, pero no nos sepultan. Los huracanes puedan que lo destruyan todo, menos la esperanza porque la nuestra es en el Resucitado; él nunca defrauda, sino que nos impulsa, anima, y nos hace resilientes”, afirmó.

Y concluyó. “Aunque las crisis empañen nuestro caminar, la esperanza en el Resucitado aclara nuestro norte. Hoy les suplico que, como pueblo puertorriqueño, nos iluminemos con el esplendor del Resucitado”. INS

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