P. Rico-“Un baño, por favor, ¡urgente!”: IBD, la enfermedad incomprendida que avanza aceleradamente

El infectólogo Carlos Rivera advirtió que “las enfermedades inflamatorias del intestino son crónicas y requieren cuidado proactivo”, así como “un diagnóstico preciso”. / Inter News Service

Por Obed Betancourt
San Juan, 25 mar (INS).- En menos de 10 años, las enfermedades inflamatorias del intestino (Inflammatory Bowel Diseases -IBD por sus siglas en inglés), Crohn y colitis ulcerosa han aumentado casi cuatro veces en la isla. Esta es la enfermedad que a más de uno le ha hecho gritar “un baño, por favor, ¡urgente!”, pues a la persona sencillamente le es corporalmente imposible contenerse.

De 38.2 personas por cada 100,000 habitantes en 2005, para el 2013 aumentó la prevalencia a casi 190 personas por cada 100,000 habitantes, indicó a preguntas de Inter News Service (INS) la gastroenteróloga y académica Esther A. Torres en un foro reciente con la prensa. En el 2017 nada más se vieron en la Escuela de Medicina sobre 900 casos de tenedores de la tarjeta pública de salud.

Aun se investiga, sin embargo, cuántos pueden padecerla sin saberlo, y al final del día pudieran terminar convertidos en pacientes de cáncer de colón, el cáncer más prevaleciente en la Isla.

El avance de una enfermedad cuyo origen es aun desconocido conlleva graves consecuencias si sus síntomas no se atienden a tiempo, y cuya prevalencia típicamente comienza en etapas tan tempranas como la adolescencia. Puede ser incapacitante y hasta conducir a la muerte.

Es una enfermedad que se aloja en lugares del cuerpo culturalmente vedados a la expresión pública, particularmente en los países latinoamericanos que, al igual que Puerto Rico, ven con cierto grado de impotencia como se extiende la enfermedad.

La especialista señaló que a este momento en que la Isla completa es prácticamente una única zona urbana, con estilos de vida similares, la enfermedad, típicamente metropolitana, arropa a Puerto Rico.

Su avance ha sido detectado mediante análisis de los expedientes de los pacientes del plan de salud del gobierno, de tal suerte que no respeta, a su juicio, las clases sociales, en parte, debido a la uniformidad de los deteriorados estilos de vida, como la pésima nutrición de la población, entre otros factores.

Y el problema más acuciante es que no solo llegan más pacientes cada día, sino que llegan con síntomas más severos. El resultado es que se ha incrementado las hospitalizaciones, dijo, aplicar una “terapia compleja” y las cirugías, tanto en adultos como en niños.

Torres, que dirige la Fundación EAT, para concienciar a la población del terrible mal, explicó la necesidad de estar atento a los síntomas de la ambas enfermedades para intervenir tan pronto se manifiesten, en parte porque el diagnóstico de un médico no especializado puede ser errado pues los síntomas pueden confundirse con otras enfermedades, como el síndrome del intestino irritable, infecciones intestinales o parásitos, alargando así la agonía del paciente y obstaculizando una intervención inmediata.

Esta es una enfermedad para la que no se ha encontrado cura, sin embargo, nuevos métodos experimentales que logran reactivar una flora bacteriana saludable ayudan a mejorar grandemente la calidad de vida de las personas, entre ellas el implante de heces fecales y, por supuesto, la sana alimentación.

El tratamiento consiste mayormente en la medicación para aliviar sus síntomas, entre ellos la inflamación.

Algunos de los síntomas que muestra un paciente son retortijones en los intestinos y muestra de sangrado en las heces fecales, falta de apetito, pérdida de peso, diarreas constantes, incontinencia, fiebre, cansancio. La colitis ulcesora y la enfermedad de Crohn pueden degenerar con el paso del tiempo en cáncer del colon, una condición prevenible con intervención médica temprana.

La colitis ulcerora afecta el colon (intestino grueso), el cual se inflama, y a los 8 o 10 años de padecimiento se agrava lastimosamente. La enfermedad de Crohn puede afectar todo el tracto gastrointestinal, desde la boca hasta el ano, produce fístulas o perforaciones. Algunas consecuencias son la anemia, debido a la incapacidad de absorción alimentaria.

La función del tracto gastrointestinal es digerir los alimentos, absorber los nutrientes y eliminar los desperdicios. Al inflamarse esos órganos se impide la función adecuada.

El aumento de estas enfermedades se relaciona, aunque no se ha determinado que sea su causa, con el cambio de una dieta saludable a la típica comida chatarra que se come hoy día. En ese sentido, un paciente debe evitar el agravamiento de la condición mediante una rutina alimentaria saludable. Bajo esa premisa, una dieta saludable pudiera ayudar a prevenir la enfermedad, si factores ambientales y disfunciones inmunológicas, a los que Torres aludió, no se presentan.

Aunque a este momento no hay un plan de nutrición perfecto, pues a veces el paciente reacciona de maneras diversas, sin embargo, sí se ha evidenciado que los alimentos pesados e irritantes son contraproducentes. Mientras, se estimula el consumo de los alimentos que ayuden a aflorar una nueva fauna bacteriana, positiva. El intestino es el centro inmunológico del cuerpo e igualmente tiene una relación directa con el cerebro. La enfermedad involucra otras partes el cuerpo, como la piel.

Los cambios que requiere un paciente de IBD son mucho más fáciles de llevar que las consecuencias que puede afrontar, como hemorragias severas, extirpación del intestino grueso, cáncer.

Al mostrarse la enfermedad en niños, estos pudieran reflejar una conducta inquieta. Torres reclamó de los maestros que indaguen y no penalicen esa conducta inevitable, al igual que se les permita a los escolares a acudir sin dilación, cuando lo piden, al baño. Igualmente solicitó de los colegas médicos que se adhieran fielmente a los protocolos y refieran los casos posibles a los especialistas para un tratamiento avanzado.

Debido a los acelerados descubrimientos y las nuevas formas de intervención que se descubren, “ahora mismo hay cuatro clasificaciones de tratamiento experimental en desarrollo, distintos a las que ya están disponibles en el mercado. Quiere decir que ya mismo yo voy a tener otra medicina totalmente distinta a la que conozco y dentro de dos o tres años voy a tener dos o tres más”, manifestó la gastroenteróloga.

“Es difícil el cuidado integrado porque no tenemos un modelo de cuidado de salud que favorezca esto”, agregó. Reveló que un sicólogo y un nutricionista son necesarios en estas intervenciones por las consecuencias de la enfermedad en los pacientes, que por ser incapacitante en muchas ocasiones causa depresión y llegan a convertirse en personas antisociales, mientras, por otro lado, se requiere de una dieta que logre mejorar la condición del paciente.

Torres, sin embargo, no es pesimista en torno a los logros que se pueden obtener para que un paciente recupere su rutina normal de vida.

Al foro acudieron los pacientes Lino Aponte y Yolanda Monserrate, quienes testimoniaron que lograron levantarse del peor momento largo de sus vidas, en algún caso enfrentando la muerte, hasta colocarse hoy día en una calidad de vida suficiente que les ha permitido mirar nuevamente la vida con saludable optimismo.

Estos pacientes tienen todos los derechos que les provee la ley federal ADA, como el acomodo razonable, e inclusive tener un carnet estatal de impedidos. Estos portan un carnet de la FEAT que les permite prioridad en el uso de los servicios sanitarios. No obstante, por no tener carácter legal, solo es persuasivo y en gran parte depende de que la población esté informada sobre dicha condición y conceda el uso prioritario del sanitario al portador.

Sí surgió, según afirmó Monserrate, controversias con las cubiertas que ofrecen los planes médicos, que muchas veces no entienden la dinámica acelerada de esta enfermedad y los cambios recurrentes en los tratamientos. Una recaída en la enfermedad por no permitir nuevos estudios en un paciente que ya agotó los permitidos, puede ser fatal. “¿Y si me enfermo cuatro veces y no dos? Yo no lo decido, eso no está en mi (si se desarrolla la enfermedad). Muchas veces tenemos que pelear porque no nos cubren los materiales de la colostomía. Yo no lo controlo”, se quejó la paciente, que llegó a pesar 60 libras.

En Aponte la enfermedad le torció hasta la vida familiar y profesional. El paciente, dedicado al comercio y sujeto a largos viajes, y por supuesto, a baños, mostró a INS fotos en que parecía un anciano. Hoy día alza pesas y lleva una nueva vida familiar activa.

La actividad fue auspiciada por el Overseas Press Club y la biofarmacéutica Abbvie, cuyo director médico, el infectólogo Carlos Rivera, advirtió durante la presentación del panel que “las enfermedades inflamatorias del intestino son crónicas y requieren cuidado proactivo”, así como se necesita “un diagnóstico preciso”. INS

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