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Por Rafael Santiago Medina
San Juan, 1 may (INS).- La privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) ha demostrado ser una imposición fáctica, aunque quizás no tanto conceptual. El concepto de privatización está sembrado desde hace años en las mentes de muchas personas.
Es, sin embargo, una imposición fáctica con el nombre y apellido empresarial de LUMA Energy por fuerzas exógenas a la sociedad puertorriqueña. Es un designio de la Junta de Control Fiscal y de los grandes intereses económicos estadounidenses.
El contrato leonino a LUMA Energy contraviene los mejores intereses del pueblo de Puerto Rico y los traslados “disparatados” de empleados de la AEE a otras corporaciones públicas y agencias del gobierno a realizar funciones ajenas a sus experiencias y destrezas laborales -como parte del concepto de patrono gubernamental único- así lo confirman. No hay un plan coherente del gobierno estatal para ello. Lo que hay es desorganización.
Continuar con los planes actuales de privatización de la AEE mediante este contrato cuestionado a LUMA Energy sin que se consideren los mejores intereses del pueblo de Puerto Rico sería o una obstinación ideológica proclive a ideas neoliberales o una sumisión denigrante y colonialista de los actuales gobernantes y de la administración del gobernador Pedro R. Pierluisi.
Sin una planificada privatización coherente y que denote algún grado de eficacia que lo haga sostenible y cuyas mejoraras al sistema de electrificación sean convincentes, se está abocando al país por un camino lleno de incertidumbres, poco confiable y nada promisorio.
La agenda privatizadora de la AEE por parte de la presente administración gubernativa de Pierluisi mantiene al país en ascuas y lleno de desconfianza y temor acerca del futuro inmediato, a mediano y largo plazo que depara al pueblo con su sistema de electrificación nacional.
Si algo está meridianamente claro es que el futuro que le depare al sistema eléctrico de Puerto Rico incidirá, indefectiblemente, en el desarrollo económico venidero del país.
Y es un asunto que lastrará inevitablemente el gobernador Pierluisi en sus años venideros en la política. INS
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