P. Rico-Un polvorín en continua deflagración el Cáucaso en la era postsoviética

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 30 dic (INS).- La era postsoviética ha probado ser un polvorín en continua deflagración. Treinta años después de la desintegración de la URSS, el escenario en el traspatio de Rusia (el Cáucaso) ha dejado una región en continuos conflictos bélicos e inestabilidad para sus estados postsoviéticos, que Occidente consideraba satélites de la potencia mundial soviética.

En 2020 fue la segunda guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj, que duró 44 días, el evento político más conflictivo. A diferencia de la primera guerra a principios de la década de 1990, que resultó en la derrota de Azerbaiyán, esta vez Bakú logró la victoria, recuperando el control sobre una parte significativa de los territorios adyacentes a Nagorno-Karabaj y también una parte de esta región montañosa.

Este no ha sido el único conflicto bélico en el nuevo milenio postsoviético. En 2008, la Guerra de Osetia del Sur fue un conflicto armado entre Georgia, de un lado, y las repúblicas prorrusas de Osetia del Sur y Abjasia, y la misma Rusia del otro. Empezó el 7 de agosto del 2008. Los combates se iniciaron en Osetia del Sur, con la Batalla de Tsjinval, y se extendieron posteriormente a otras regiones de Georgia y al Mar Negro.

Los primeros enfrentamientos se produjeron cuando el presidente georgiano Mijeíl Saakashvili ordenó a su ejército recuperar el control del enclave osetio, independiente de facto desde 1992, pero calificado por Georgia como rebelde y perteneciente de jure a su territorio.

En función de los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil georgiana, estaban presentes en la república separatista fuerzas de paz de Rusia. Estas tropas tomaron las armas de lado osetio al poco de desencadenarse los combates, así como nuevas divisiones del ejército ruso que cruzaron la frontera internacional constituyendo, según Georgia, una declaración de guerra implícita contra su país.

En el mismo bando que rusos y surosetos participaron fuerzas de la república separatista de Abjasia, tanto en Osetia del Sur, enviando voluntarios a combatir a los georgianos, como en la propia Abjasia.

El 12 de agosto, Rusia decretó el fin de las operaciones militares en territorio georgiano y posteriormente aceptó el plan de paz propuesto por la Unión Europea, que conllevaba la retirada de ambos bandos a las posiciones anteriores al comienzo del conflicto.

En el año 2020, que está por concluir, pudo alcanzarse un acuerdo de paz en el caso de Nagorno-Karabaj entre Ereván y Bakú gracias a la mediación de Rusia. Moscú no solo supervisará el cumplimiento del alto el fuego, sino que también se convertirá en garante de un futuro acuerdo a largo plazo del conflicto de Karabaj, escribe Kommersant.

El punto clave del acuerdo trilateral fue un acuerdo para desplegar fuerzas de paz rusas en la zona de conflicto a fin de evitar la reanudación de un enfrentamiento militar y crear las condiciones para relanzar el proceso diplomático, que ha estado estancado durante un cuarto de siglo.

La segunda guerra de Karabaj, que estalló el 27 de septiembre de este año a punto de culminar, estuvo predeterminada por muchos factores. Entre los que aseguraron la victoria de Azerbaiyán, estaba su superioridad en armamento, en primer lugar, su dominio aéreo total gracias a los vehículos aéreos no tripulados comprados a Israel y Turquía.

Los expertos en geopolítica dicen que Armenia fue tomada por sorpresa por los avanzados “drones kamikaze”. Entre otros factores para la victoria de Azerbaiyán estuvo la asistencia de asesores militares turcos y la participación directa del ejército de Turquía en el campo de batalla, que incluía pilotos y artilleros, así como mercenarios del Medio Oriente (aunque Azerbaiyán lo niega rotundamente).

Al tocar los motivos de la derrota de Armenia, los expertos culpan a la política miope del primer ministro Nikol Pashinyan, quien permitió que estallara la guerra aunque el país no estaba preparado para ello, así como a los errores estratégicos y tácticos del mando militar de Armenia.

El triunfo de Azerbaiyán hizo intrascendentes los llamamientos de Pashinyan para otorgar a Nagorno-Karabaj un estatus especial. Una gran mayoría de armenios cree que el primer ministro es el culpable de la vergonzosa derrota y la oposición exige su dimisión.

Incluso si la actual ola de protestas no logra derrocar al primer ministro y su gobierno, las perspectivas de Pashinyan en las próximas elecciones o anticipadas parecen ser bastante vagas, según observadores y analistas expertos en geopolítica.

Por otro lado, la mayoría de los análisis hechos coinciden en que no se espera que las relaciones ruso-estadounidenses mejoren en 2021. Se espera que la administración entrante de Biden critique duramente a Rusia en materia de derechos humanos. Esto implica el apoyo a la oposición, que en realidad y para todos los efectos prácticos es una intromisión extranjera. INS

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