P. Rico-Purdue Pharma se declara culpable de engañar al gobierno federal con opiáceo OxyContin, responsable de haber matado al menos a 450 mil estadounidenses

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 27 nov (INS).- Purdue Pharma tomó la determinación de declararse culpable de haber engañado al gobierno federal sobre la venta de su exitoso analgésico OxyContin, el opiáceo de prescripción que causó una crisis nacional de adicción.

Esto le podría costar teóricamente a Purdue Pharma unos 8,300 millones de dólares en multas penales y reclamaciones civiles, pero en realidad es poco probable que termine pagando esta suma debido a que la empresa se ha declarado en quiebra.

Al mismo tiempo, los miembros de la familia judía Sackler, propietaria de la farmacéutica, salieron con tan solo 225 millones en demandas civiles y no enfrentan cargos criminales.

Así terminó el proceso contra la empresa, acusada de alimentar una crisis mortal de opiáceos en Estados Unidos que mató al menos a 450 mil estadounidenses. El gigante farmacéutico Purdue Pharma, que inundó el país con analgésicos peligrosos, ha admitido que utiliza métodos de comercialización cuestionables, y ahora está cerca de la quiebra.

Publicidad agresiva, profesionales médicos corruptos y falta de supervisión llevaron a la empresa al sitial que tuvo. La propia compañía desarrollaba un medicamento, lo ensayaba, lo producía, lo revisaba en sus propias revistas científicas y luego lo prescribía a través de sus médicos.

La familia Sackler se trasladó a principios de los años 1920 de Ucrania a Nueva York en busca del sueño americano. El patriarca, Isaac Sackler, abrió una tienda de comestibles y logró dar una educación médica a sus tres hijos. El mayor de los hermanos, Arthur, era una especie de genio del marketing y la publicidad que convirtió una pequeña empresa farmacéutica en el imperio Purdue Pharma.

Ahora, la fortuna de la familia se estima en al menos 13 mil millones de dólares, en gran parte gracias a un analgésico basado en la oxicodona, sustancia relacionada con la morfina. La oxicodona tenía la ventaja de la imagen: no causaba una reacción tan cautelosa en los médicos y los pacientes como la morfina, asociada a la drogadicción y al cáncer.

El objetivo de Purdue Pharma era ampliar drásticamente el mercado potencial del OxyContin. Los analgésicos, justificados durante la recuperación de una cirugía o para mitigar los dolores de cáncer, comenzaron a posicionarse como un alivio del dolor casi universal, fuese migraña o artritis.

Pero la empresa ocultó que el medicamento es adictivo, que el cuerpo adquiere tolerancia a la droga y requiere un aumento de la dosis.

En la práctica, esto significaba que los pacientes se pasaban a la heroína o empezaban a comprar el OxyContin en el mercado negro. En ambos casos morían por sobredosis, y el número total de víctimas de la epidemia de opiáceos en Estados Unidos superó las 450 mil personas, apunta el periódico NYT.

El presidente de Purdue, Steve Miller, reconoció que para cumplir con los objetivos de ventas, la empresa dijo a la Administración de Control de Drogas que había creado un programa para evitar que OxyContin se vendiera en el mercado negro, a pesar de que estaba comercializando el fármaco a más de 100 médicos sospechosos de prescribir OxyContin ilegalmente.

Purdue también se declaró culpable de pagar sobornos a los médicos para que prescribieran OxyContin y a una empresa de registros médicos electrónicos, Practice Fusion, por mostrar a los médicos alertas que pretendían aumentar las prescripciones de opiáceos.

OxyContin se introdujo en el mercado a mediados de la década de 1990 como un milagroso analgésico no adictivo. Eso era falso, y a medida que más médicos lo recetaban, personas de todo el país se hacían adictas a la droga.

El aumento de la demanda creó un mercado en auge de recetas ilegales y farmacias que en realidad eran tiendas de OxyContin, lo que también contribuyó a alimentar la adicción a opiáceos ilegales como la heroína y el fentanil.

“El abuso y la desviación de los opioides de prescripción médica ha contribuido a una tragedia nacional de adicción y muertes”, dijo Jeffrey A. Rosen, fiscal general adjunto de Estados Unidos. INS

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