P. Rico-Posible consecuencia del drama político puertorriqueño (Análisis)

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 23 ene (INS).- La corrupción, displicencia, ineptitud y negligencia administrativa en el gobierno pudiera tener el efecto en Washington de que Puerto Rico siga degradando su identidad jurídico-política como posesión colonial estadounidense.

Es a eso a lo que apunta el drama político actual.

Toda esta trama política de mal gobierno y corrupción vista en los últimos años retrasa cualquier adelanto que hubiera sido posible en la descolonización, mayor soberanía o anexión como estado federado de Puerto Rico.

Por el contrario, a lo que el mal desempeño político local tiende es a que haya una cada vez más injerencia de la instancia gubernativa federal en los asuntos internos de Puerto Rico, con cada vez menos gobierno propio y autonomía fiscal.

El resultado neto sería que Puerto Rico se haga absolutamente más dependiente de las transferencias federales, con muy poca libertad administrativa para el manejo del dinero proveniente de Washington por las muchas regulaciones interpuestas, como ya comienza, en efecto, a verse.

Ralentizado el desembolso de las transferencias federales por las trabas regulatorias para su uso, la concomitancia habrá de ser mayores problemas fiscales y sociales, en un país dependiente de las ayudas federales y empobrecido.

Es fútil ante esta realidad que se anticipa cualquier tipo de delineamiento posible de paradigmas de desarrollo económico para Puerto Rico, puesto que no hay posibilidad de una economía propia y saludable en una colonia federalizada y totalmente controlada por resortes desde Washington.

Con una actividad económica de mera intermediación, los boricuas comenzarán a sentirse ciudadanos de un terruño que no es suyo. Seremos parias en nuestra propia tierra, mientras los gobernantes locales electos no gobernarán; serán meros administradores de áreas de gobierno muy limitadas.

Al paso político que vamos, sobra pensar en estadidad o en Estado Libre Asociado (ELA) desarrollado y con mayor soberanía (soberanismo). Posiblemente, quizás, como entretenimiento político para aplacar las ansias de un ideario entre los diferentes sectores ideológicos.

La realidad detrás de las elucubraciones sigue y seguirá siendo otra. Es duro conceptualizar e internalizar un pronóstico así. Empero, es el futuro al cual las circunstancias nos están abocando poco a poco.

A este paso, repito, los gobernadores coloniales serán una figura decorativa y el gobierno local y su Legislatura meros adornos de una menguada democracia. Ya lo están comenzando a ser con la supremacía gubernativa real de la Junta de Control Fiscal federal.

Si no concurrimos como nación a las urnas electorales el próximo noviembre para propinar ese golpe de timón que cambie el rumbo político de Puerto Rico, el futuro que nos depara es el de la nulidad de toda posibilidad de un gobierno propio estatal y cero posibilidad futura de estadidad, si es que alguien pensaba que había alguna.

Ser una posesión colonial totalmente federalizada y gobernada por resortes manipulados desde Washington, todavía más de lo que estamos actualmente, parece ser el futuro deparado para Puerto Rico, de continuar las cosas como van. INS

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