Inter News Service Agencia de Noticias
Las respuestas y ejecutorias gubernativas a la crisis y la devastación parecen ser producto de la improvisación, no de una planificación como parte de una política pública de Estado. Inter News Service/Archivo
Por Rafael Santiago Medina
San Juan, 12 ene (INS).- Se ha recogido en la calle una percepción generalizada, a raíz de la inusual actividad sísmica en Puerto Rico, de que el gobierno y la casta política están en evidente descomposición.
No hay una institucionalidad gubernativa confiable para atender situaciones de crisis, ni hombres y mujeres de Estado en los cuales confiar, parece ser el sentir general.
Hay un deseo de que las organizaciones no gubernamentales (ONG) y las entidades sin fines de lucro se fortalezcan y amplíen su radio de acción para que llenen el vacío del Estado y de todo su aparato gubernativo en situaciones de emergencia como las que se viven actualmente.
De hecho, todo indica que es precisamente eso lo que está sucediendo en pueblos del suroeste abatidos por los terremotos.
El miedo y el desasosiego que los incesantes sismos causan en la gente no tienen respuestas satisfactorias a las necesidades inmediatas y a la urgencia de la gente afectada por los fenómenos catastróficos imprevistos ocasionados por la naturaleza, como la actual cadena sísmica, fuera de control humano pero cuyas respuestas de mitigación son parte esencial de la responsabilidad del Estado.
Sin hombres y mujeres de Estado en el poder, los potenciales recursos con los que pudiera contar el gobierno se hacen inútiles, infuncionales. De nada valen los recursos potenciales o disponibles en el gobierno, si no hay una organización y coordinación adecuada de ellos. Es la capacidad que aportan los hombres y mujeres de Estado.
Los políticos únicamente teorizan, hacen verbalizaciones grandilocuentes. Los hombres y mujeres de Estado actúan, ejecutan obras de beneficio al bien común de la ciudadanía, sin colores y distinciones partidistas.
Lo que la gente ha visto en los políticos en esta nueva situación de emergencia por los sucesos sísmicos ha sido poca efectividad y muchas retórica politiquera y figureo ante las cámaras.
Desde las calles, lo que la prensa recoge es inconformidad, insatisfacción, con las respuestas y ejecutorias gubernativas a la crisis y la devastación, que son indicativas de ser producto de la improvisación, no de una planificación previamente establecida como parte de una política pública de Estado.
Es fácil percibir que lo que más se evalúa a la hora de tomar acción, es el efecto político que acarreará. Lo que se hace es lo que tiene un buen efecto político, de cara a unas próximas elecciones a finales de este año 2020. Precisamente, es eso lo que parece hastiar a la gente de los políticos del patio.
Contrastan las acciones de las ONG, las iglesias de distintas denominaciones y las entidades sin fines de lucro que han sido vistas tomando acción proactiva en el escenario de la catástrofe en el suroeste de Puerto Rico. Sin ellas, los afectados por los terremotos enfrentarían un casi absoluto desamparo. Las acciones del gobierno han sido, excepto las instancias gubernativas municipales, y con muy raras excepciones, casi inexistentes, han tenido efectos inmediatos casi nulos. Quizás pueda verse alguna luz a mediano y largo plazo, proveniente del gobierno.
Después de haberse hablado tanto de eliminar gran parte de los municipios por considerarse que son demasiados o innecesarios, lo que esta crisis con los terremotos ha dejado ver ha sido que los ayuntamientos son los que están en la primera línea de fuego, en atención directa a la gente afectada, mientras el gobierno central ha quedado en la retaguardia.
Sin embargo, los municipios afectados han dependido absolutamente de las ONG y caridad de las iglesias, así como del desempeño de las instituciones comunitarias y sin fines de lucro en esa primera línea de fuego.
Sin duda, hace falta fortalecer esas instituciones no gubernamentales ante la descomposición del gobierno y la casta política. INS
rsm/ndc
