P. Rico-Poeta confinado busca la manera “de hacer la diferencia”

Por Obed Betancourt/especial para INS

San Juan, 16 ene (INS).- El trabajo creativo del poeta Antonino Giovanni no se ha visto entorpecido por los barrotes de acero de la celda donde vive.

Tiene dos libros de poesía publicados, Genéstica (2011), con una introducción de la afamada escritora Yolanda Arroyo Pizarro, y Fauces (2014), con introducción del conocido escritor Emilio del Carril. Ha sido publicado también en diversas antologías.

Tampoco, aunque más recientemente, tiene problemas para salir a la libre comunidad para orientar a los jóvenes sobre las terribles consecuencias del mundo delictivo, y ha leído su poesía en diversas actividades públicas.

Antonino, con apellidos Sánchez Burgos, se ha adiestrado en el Teatro Correccional y viaja con la compañía alrededor de la Isla, con algunos pequeños papeles todavía, en lo que se decide si se sumerge definitivamente en el mundo teatral, aunque sea detrás de los barrotes.

Este jueves el poeta confinado le conversará a los jóvenes del Boys & Girls Club, en San Juan, y les advertirá que el mundo criminal es una muerte lenta, larga y segura. Mejor tomar otros caminos, si bien a veces más difíciles, pero sin equivocación, mucho más tranquilos, placenteros y productivos, y seguros.

“Busco la manera de hacer la diferencia”, le indica a la agencia Inter News Service (INS). Ha logrado la confianza del sistema correccional para que le permita advertir a los jóvenes que la delincuencia tiene un único camino, el que conduce a una muerte prematura o a una larga condena.

En este momento escribe un nuevo libro, Los hijos del punto, que pretende ser un texto-testimonio- devastador, un poco biográfico, algo de una realidad que solo algunos conocen y que está decidido a que todos la conozcan.

Pocos logran encontrar el acceso que va de las calles a una biblioteca, de las drogas a los libros. Pero existe y está empeñado en que los jóvenes que andan perdidos lo encuentren.

“Hay opciones. Por crecer cerca de un punto no necesariamente debo caer” (en las drogas), asegura.

Ya encarcelado, la escritura lo salvó, haciendo bueno un adagio insistentemente recitado por el poeta puertorriqueño y profesor Jorge Luis Morales: la poesía salva.

“Nadie espante esta dicha / de poder cantar siempre”, ha dicho Morales, y Antonino Giovanni se ha encargado de hacer valer su derecho a la creación de arte, aunque sea tras las rejas.

Próximamente, y posiblemente porque no siempre depende de él, se presentará en febrero en la UPR-Carolina. Han sido muchas esas presentaciones alrededor de la Isla, particularmente para una persona que vive en la cárcel de Bayamón.

Sánchez Burgos está preso desde su primer juicio en el 1998 por delitos criminales. Este primero es un asesinato en segundo grado que, desde el primer día apeló pues, afirma, el propio estado le ocultó la prueba exculpatoria, el testimonio de un testigo cooperador utilizado por las autoridades federales en varios casos que afirma que el Poeta es inocente del delito del cual fue convicto. Otro testimonio que le exculpa es de coartada. Se le condenó a 22 años por ese delito que ocurrió en el 1997. El juez del proceso fue el notorio Manuel Acevedo Hernández, del Tribunal de Primera Instancia en Aguadilla, convicto en la corte federal por corromper para su beneficio algunos de sus casos.

En uno de sus poemas, Antonino evidencia el cansancio de su lucha por obtener la libertad (“la vida se escapa entre mis dedos”, “ya casi he olvidado mis memorias”) y describe con sarcasmo el sistema de justicia, su incapacidad para resolver ciertos casos de interés público, la corrupción judicial (“se levantan copas en los tribunales”). Igualmente denuncia la criminalidad al señalar que “el plomo asfalta nuestras calles”.

Sánchez Burgos cumple además cadena perpetua por otro asesinato y ley de armas. Esa muerte (1995) ocurrió años antes del que fuera condenado en el 1998, pero fue juzgado posteriormente.

El poeta condenado ha sostenido en sus peticiones al tribunal que se le permita al menos la esperanza de un nuevo juicio en este otro caso, que la evidencia científica recopilada y analizada por el Instituto de Ciencias Forenses contradice de plano el testimonio del único testigo del caso y la investigación policiaca, explica.

El propio testigo acusador, que recibió inmunidad por testificar, luego lo exculpó del asesinato y reconoció que declaró falsamente contra el Poeta. Esas gestiones judiciales han sido cuesta arriba, y los tribunales dan pocas oportunidades. Aun cuando levantó también otro asunto altamente sensible:  el panel de jurado estuvo viciado, pues el hijo de uno de sus componentes era amigo de la víctima.

“No veo señales./ No quedan caminos./ Ni siquiera veo huellas de luz./”, expresa angustiado Antonino en el poema que le da título al segundo libro.

Sin embargo, logra recomponerse y levanta el deber de sobrevivir como una bandera de esperanza: “Qué queda sino luchar./ Qué alternativa sino vivir./ Más vale que ser triturado./ Más vale que ser tragado”.

Pero sabe también que hay otras alternativas, aun luego de 20 años de encierro, y afirma que va tras ella, ha decidido pedir clemencia ejecutiva y existe un movimiento que lo respalda. INS

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