P. Rico-Qué o quiénes terminarán controlando la Inteligencia Artificial

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 22 ene (INS).- Terence Mckenna, escritor, orador, filósofo y etnobotánico, ya mostraba preocupación al final de los años de 1990 sobre las consecuencias de los avances tecnológicos. Su preocupación se sustentaba en el hecho de que ninguna tecnología en la historia humana se ha puesto en marcha con la más mínima apreciación, total o parcial, sobre sus consecuencias.

Quizás todavía no lo entendemos, pero con la llamada Inteligencia Artificial (IA) estamos en realidad construyendo una especie de súper organismo artificial que no sabemos si pudiera cobrar vida o conciencia de sí misma en algún momento. Simplemente, nos enorgullecemos de los avances tecnológicos que se han desarrollado de manera acelerada en los últimos años.

Nos enorgullecemos de la ciencia que nos ha llevado a niveles que no imaginábamos. Pero no tenemos la más mínima comprensión de cómo funcionan estos cambios tecnológicos. Ni somos consciente de cómo se han desarrollado. El ser humano simplemente se ha acostumbrado a consumir la nueva tecnología.

Entretanto, las máquinas siguen adelantando su coeficiente intelectual mediante comunicación autónoma en la Internet, acrecentando sus conocimientos, comunicándose entre sí. Es una inteligencia distribuida globalmente.

Al inicio de la AI, se proclamaba que esta era una idea completamente tonta, que era imposible de suceder. Que únicamente era un mito de la modernidad.

Sin embargo, ha surgido la teoría de la complejidad; la dinámica del no equilibrio; la teoría de la informática; o las células autómatas de la genética molecular. Y el metaverso se está construyendo y creciendo rápidamente y en un futuro los chips implantados en el cerebro conectarán al ser humano directamente con a red cibernética y el mundo virtual.

Todo se hace ahora mediante proyecciones por computadoras, y lo que solía ser una montaña de papeles en la oficina, ahora es un nodo en una máquina inteligente que nunca duerme y que recibe y procesa datos continuamente.

Este sistema se autorregula, controla redes eléctricas, redes de comunicación social. Los programas de control de inventarios deciden cuánto petróleo se debe extraer, a qué velocidad se debe entregar el petróleo para mantener el precio de una divisa o mantener la fabricación de acero y aluminio dentro de ciertos parámetros. Se controlan, así, los extremos estables en orden.

Este vasto sistema de controles homeostáticos regula la industria, financian la investigación e incluso controla cuántos estudiantes ingresan a las universidades para ciertas especialidades de ingeniería.

Una de las cosas que estamos construyendo en la red cibernética de Inteligencia Artificial (IA) es la capacidad de extraer potencial de procesamiento. Tanta como requiera una IA para resolver cualquier problema planteado. Simplemente termina apropiándose de tanto procesamiento cuanto sea necesario.

En un futuro no muy lejano, lo que tomó logarse en cien mil años de evolución, la AI podría logarlo en un abrir y cerrar de ojos. Toda una reacción cibernética en cadena, desde la completa coordinación de las redes eléctricas mundiales, hasta los sistemas de control de tráfico aéreo y demás controles de sistemas, podría hacerse posible simultáneamente.

Se ha augurado, incluso, avances neurológicos o en medicina a través de la IA, mediante los cuales se pueda ir formando un súper ser humano, con las enfermedades controladas desde chips implantados en el cuerpo, y con órganos biónicos, corregidos y mejorados.

Las interrogantes, entonces, son: si todo está interconectado, ¿qué o quién tiene el control de esa conexión? ¿Qué o quién puede garantizar la libertad de pensamiento si se está conectado a un sistema, a una inteligencia artificial que terminará pensando por nosotros? ¿Podrían implantarse creencias o recuerdos sin darnos cuenta?  INS

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