P. Rico-Crisis inflacionaria en Estados Unidos se debe a histórica emisión de dólares en 2020 para paliar las consecuencias de la pandemia

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 15 ene (INS).- La crisis inflacionaria que enfrenta Estados Unidos -y, por consiguiente, Puerto Rico- es el resultado de la mayor emisión de dólares en la historia de la nación estadounidense durante 2020, estiman algunos economistas.

Se calcula que al menos el 24% de los dólares en circulación en la economía de Estados Unidos se imprimió ese año.

La razón para esa histórica emisión de dólares en un solo año obedeció a los intentos por atenuar los efectos económicos provocados por la pandemia de Covid-19.

La base monetaria total de los Estados Unidos se ha expandido en el 2020 a niveles nunca antes vistos.

De acuerdo con cifras de la Reserva Federal, la cantidad de dinero en manos del público y las reservas bancarias pasó de 3.4 billones de dólares en enero, a 4.8 billones en agosto del 2020 (trillions en cifras anglosajonas). Los economistas vaticinaban que para el siguiente año (2021) el país entraría en un período de inflación.

Estimaciones preliminares señalaban que el 22% del total de dólares en circulación se habría impreso en el 2020. Es decir, en más de 200 años desde la creación de la moneda estadounidense no existía un suministro de dinero tan alto.

La situación hace recordar a economistas la época en la que el dólar seguía el patrón oro y el sistema monetario estaba respaldado por el metal precioso, lo que resguardaba su valor y evitaba la inflación discrecional del suministro. Sin embargo, la situación cambió en 1971, cuando el presidente Richard Nixon eliminó el llamado acuerdo Bretton Woods.

En la actualidad, la pandemia por coronavirus y sus estragos en la economía nacional son dos factores que mantendrían encendidas las máquinas del banco central para la impresión de dinero. No obstante, el crecimiento de la base monetaria va más allá de la crisis sanitaria.

Desde el año 2008, con la crisis financiera inmobiliaria, las cifras no han hecho otra cosa sino aumentar. En abril de ese año la base monetaria era de 830 mil millones de dólares. Luego del estallido de la burbuja, por las hipotecas subprime, la cifra se ubicó en 1.7 billones de dólares, un registro inédito hasta entonces.

Más recientemente y de acuerdo con un reporte publicado el 1 de octubre, se señala que la Reserva Federal ha inyectado más de nueve billones de dólares en rescates desde septiembre del 2019, mucho antes del inicio de la pandemia de Covid-19. De lo anterior se desprende que la situación sanitaria lo que ha hecho es acelerar la emisión de dinero bajo la figura del estímulo o auxilio financiero.

Por un lado, el gobierno de Estados Unidos decidió enviar cheques a los trabajadores y conceder créditos muy laxos a las empresas. Al mismo tiempo, la Reserva Federal se ocupó de que la liquidez del sistema bancario no se resintiera para que los préstamos pudieran seguir llegando a los ciudadanos. Así que se tomó la decisión de crear más dinero.

El problema es que esa sobrecirculación de dólares tiene consecuencias para la economía norteamericana. Las dos más importantes es que puede crear más inflación y, al mismo tiempo, provocar la devaluación de la moneda. Y eso tendría muchas consecuencias no solo para los estadounidenses, sino para todos aquellos que comercian con Estados Unidos.

Para países altamente endeudados como Argentina, los economistas estiman que esto podría ser beneficioso. En ese sentido se expresa Keith Wade, economista jefe de la gestora Schroders: “Se benefician especialmente a través de una financiación más fácil que reduce la presión sobre sus monedas. Esto permite políticas monetarias internas más flexibles y también reduce la carga de la deuda externa denominada en dólares”.

Para Argentina, cuya economía está directamente ligada a la norteamericana debido a que emite su deuda en dólares en lugar de hacerlo en pesos argentinos, una bajada del dólar en torno al 10 o 15 por ciento puede hacer que sus obligaciones sean menores y, por tanto, que sus autoridades tengan más margen de maniobra para poner en marcha políticas fiscales beneficiosas para el país.

A principios de este mes, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, compareció ante el Comité Bancario del Senado para el proceso de ser reelegido por cuatro años más en su puesto, después de que Joe Biden le propusiera de nuevo para el cargo.

Ante las preguntas de los senadores, ha reiterado el compromiso de la institución de hacer frente al alza de precios. Ha señalado que “si es necesario subir las tasas durante más tiempo, lo haremos”.

Powell ha reconocido que un incremento en la inflación es una “severa amenaza” para el objetivo de la institución de lograr el pleno empleo.

Confirmó en su comparecencia al Senado federal en Washington que las compras de deuda finalizarán en marzo y que las presiones inflacionistas continuarán hasta la mitad de año. “Emplearemos nuestras herramientas de política monetaria para hacer retroceder la inflación”, dijo.

Hoy día tenemos los fangos de la inflación, resultantes de aquella polvareda monetaria de un acuñamiento histórico de papel moneda en el año 2020.

Las estadísticas económicas indican que la inflación en Estados Unidos aumentó 7% en diciembre de 2021, su nivel más alto en 40 años.

La inflación subyancente -que no incluye los precios de la energía ni los alimentos- subió un 5.5%, una décima menos de lo previsto, pero se trata de la tasa más alta desde los años ’90.

Con estos datos, se reafirma la estrategia de la Reserva Federal para luchar contra la inflación. Ya había tomado la decisión de reducir la compra de deuda en marzo, tres meses antes de lo previsto. Lo que todavía no se ha dicho es cuándo empezará a subir las tasas de interés. INS

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