P. Rico-Una reflexión que burbujea en la opinión publica con la despedida del año

Por Rafael Santiago Medina 

San Juan, 30 dic (INS).- La alta tasa de positividad al Covid-19 por motivo de la propagación descontrolada de la variante Ómicron comienza a generar reflexiones que burbujean en la opinión pública―fundadas con evidencia fehaciente algunas, otras no tanto― sobre cuán útil han llegado a ser las vacunas contra este virus.

No parece haber duda científica mayoritaria alguna de que las vacunas contra el Covid-19 lograron detener por un tiempo la ola de contagios y atenuar la gravedad de la enfermedad viral, reduciendo notablemente las hospitalizaciones y muertes. Empero, la interrogante sigue siendo cuán cortoplacista y pasajera fue esta solución ante la crisis.

Al principio de la pandemia se hablaba de una inmunidad comunitaria o de rebaño cuando estuviera inmunizada al menos el 70% de la población y que la vacuna ayudaría a ello. En Puerto Rico se vacunó contra el virus a más del 80% de la población, y la pandemia continuó su embate de infecciones con las variantes Delta y Ómicron, aun entre los ya previamente infectados y vacunados.

La gente comenzó a pensar que vacunarse era una licencia para echar a un lado la rigurosidad sanitaria del uso de mascarillas y el distanciamiento físico interpersonal. Se comenzaron a flexibilizar las restricciones sanitarias de control cuando ya había una gran parte de la población vacunada contra el Covid-19. La apertura a las actividades económicas y gregarias llegaron a casi cero durante el presente mes de diciembre, con conciertos masivos, entre ellos uno celebrado en el Hiram Bithorn, que desataron grandes contagios posteriores.

Con el transcurso del tiempo ha quedado demostrado que la inmunidad que ofrecen las vacunas contra el Covid-19 es pasajera y pierde su efectividad al cabo de algunos meses y el ciclo de las dos vacunas originales ya no son suficientes y que hacen falta inoculaciones de refuerzo. Ya se habla de una tercera, ahora inmediatamente, y hasta de una cuarta inoculación de refuerzo para el año entrante.

Las estrictas restricciones sanitarias parecen seguir siendo la verdadera alternativa infalible contra la pandemia.

Partidarios de la medicina naturista temen que tantas vacunas en tan corto tiempo terminarán siendo nocivas para el sistema inmunológico inherente de forma natural en las personas. Según ellos, forzar al cuerpo a tanta inmunidad artificial y en tan corto plazo tiene, sin dudas, efectos adversos en la salud.

Haber puesto la fe ciega en la vacunación contra el Covid-19 ha tenido el efecto de quebrar la disciplina férrea y rigurosidad de las restricciones sanitarias a la población, que ahora en medio de la crisis creada por la propagación descontrolada de la variante Ómicron, vuelven a ponerse en vigor con más fuerza de las autoridades gubernativas.

Al ritmo que vamos, tendremos que acostumbrarnos a vivir por algunos años más con el Covid-19 y habrá una cuarta, quinta y sabe Dios cuántas más vacunas de refuerzos para intentar mantener un nivel aceptable de prevención contra la gravedad de la enfermedad viral y el control de las hospitalizaciones y muertes por el virus, porque ya se sabe con la variante de Ómicron actual que inmunización total entre la población no la habrá por lo pronto, a menos que no se descubra un nuevo tipo de vacuna.

Los efectos a largo plazo ―si algunos― que tendrá tanta vacunación consecutiva contra el Covid-19 se podrán comprobarse en el futuro, para lo cual entonces habrá que encontrarse una solución médica, si la hubiera. Es por eso, que algunos consideran que las vacunas contra el Covid-19 han sido una solución desesperada y urgente de un pragmatismo cortoplacista e inmediatista que dejará sentir sus consecuencias en el futuro. INS

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