P. Rico-Acortar distancias entre la independencia para Puerto Rico y la realidad política presente (Análisis)

Por Rafael Santiago Medina 

San Juan, 28 dic (INS).- Puerto Rico parece estar destinado a nunca ser un país con soberanía e independencia. No obstante, los independentistas siguen perseverantes en su fe de poder alcanzar esa meta política algún día. Aunque no todos ellos mantienen su fe inquebrantable en la independencia patria.

Empero, parece también que el objetivo de la estadidad para Puerto Rico sigue distanciándose de la realidad política del país. Encuentra cada vez nuevos obstáculos políticos en Washington. Si no es la indiferencia lo que impera en la mayoría de las ocasiones, entonces también se hace sentir el rechazo categórico en el Congreso de Estados Unidos de que Puerto Rico se convierta en un estado federado de la nación estadounidense. 

Aflora la percepción de únicamente quedar en el escenario político la realidad colonial del Estado Libre Asociado (ELA). Un ideario que para algunos de sus partidarios podría ser una opción con posibilidad de mejoras en el contexto de su sujeción a una soberanía bajo la tutela de Washington y mediante un arreglo de territorialidad de ultramar no incorporada y subordinada a los poderes constitucionales estadounidenses.

El problema es que constitucionalistas y congresistas estadounidenses entienden que es incompatible un arreglo político especial con soberanía política territorial para Puerto Rico bajo la Constitución de Estados Unidos al presente y en concordancia con las estructuras del gobierno federal que definen la unidad política de esa nación. Y ese es su mayor obstáculo político.

La pregunta es: ¿cuán probable pudiera ser un arreglo no colonial al Estado Libre Asociado? ¿Cuánta soberanía política tiene capacidad de desarrollar? ¿Existe la posibilidad de convertir a Puerto Rico en una República Asociada a Estados Unidos dentro del marco constitucional estadounidense? Washington ha sido reticente a ofrecer contestaciones categóricas a esas preguntas.

Así las cosas, todo apunta a que la independencia política para Puerto Rico tiene que trabajarse por los independentistas, primero en Washington, y luego de pactado un posible acuerdo, encausar su proselitismo internamente en territorio puertorriqueño. No esperar a que esa iniciativa provenga desde allá como una intención resolutiva del colonialismo en Puerto Rico. El independentismo necesita de cabildeos en Washington, tal y como ahora pretenden hacer los anexionistas en Washington. 

Al paso en que se desenvuelve internamente el asunto ideológico sobre la relación política de Puerto Rico con Estados Unidos, la independencia parece ser una causa perdida sin respaldo significativo del pueblo puertorriqueño, aparte del apoyo que los electores puedan brindarle en los comicios generales del país a algunos candidatos independentistas en la Legislatura.

La independencia podrá tener sobradas razones para convertirse en realidad política y económica para Puerto Rico, amén de ser el medio de acentuar su identidad nacional, pero si no se desarrollan las estrategias adecuadas y certeras para posibilitar su materialización, seguirá siendo una causa perdida para el independentismo, a pesar del tesón y la fe inquebrantable que se cifre en ese ideal.

Un vocero del poder imperial estadounidense, el exsecretario de Estado, Henry Kissinger, una vez dijo: “es fútil esgrimir tan sólo buenas intenciones”. Los grandes ideales políticos, si bien están acompañados de buenas intenciones, quedarían reducidos a ser un ejercicio fútil del pensamiento si no encontrara maneras prácticas de convertirse en realidad vivencial, pragmática y tangible.INS

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