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Militares dominicanos a su regreso de Irak, donde sirvieron de apoyo a las fuerzas de ocupación de Estados Unidos. Inter News Service
Santo Domingo, 25 oct (INS).- Un grupo de 602 militares dominicanos que participaron en la Guerra de Irak como parte de una misión de apoyo y reconstrucción de las fuerzas de ocupación de Estados Unidos, aún están esperanzados en que el gobierno nacional les pague 1,9 millones de dólares (unos 114 millones de pesos) por concepto de viáticos.
Los militares fueron enviados a Irak en agosto de 2003 y en enero de 2004 por el entonces presidente Hipólito Mejía, quien buscaba la reelección y 17 años después de ese acontecimiento reclaman que se cumpla con las promesas.
En un documento que envió en junio pasado el exministro de Defensa teniente general Rubén Paulino Sem al entonces ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo se incluye una investigación interna hecha por militares de altos rangos en la cual se menciona la deuda aún no saldada.
La indagación estuvo a cargo de un mayor general, cuatro generales de brigadas y dos coroneles, que recomiendan que se distribuyan US$1,209,406 en la Fuerza de Tarea Quisqueya I, integrada por unas 302 personas, y US$733,120 en la Fuerza de Tarea Quisqueya II, que abarcó al resto, según el impreso gratuito Diario Libre, que cita fuentes confiables.
Compete ahora a la Presidencia de la República determinar de dónde saldrán los fondos para hacer esos pagos.
A pesar de la oposición política y social a la decisión tomada por el presidente Mejía a solicitud de su homólogo estadounidense George W. Bush, el gobierno dominicano justificó el envió al contingente militar “para ayudar” al pueblo iraquí a reformar sus instituciones y reconstruir su país asediado por una guerra motivada principalmente por la supuesta posesión y desarrollo de armas de destrucción masiva de su líder Saddam Hussein.
La versión de la presunta existencia de ese arsenal fue promovida por los Estados Unidos y el Reino Unido, que aseveraron al mundo que el gobernante iraquí todavía poseía grandes reservas escondidas de armas químicas en 2003 y que estaba procurando conseguir y producir más de manera clandestina.
Las inspecciones por parte de las Naciones Unidas habían comenzado nuevamente en noviembre de 2002 y se desarrollaron hasta marzo de 2003, pero no se presentó ninguna evidencia de armas de destrucción masiva reales cuando los Estados Unidos y la “Coalición de la voluntad” invadieron Irak y derrocaron a Saddam Hussein, en marzo de 2003.
La base de operaciones de los dominicanos estaba en Diwaniya, una ciudad a unos 180 kilómetros al sur de Bagdad. El grupo se integró a tropas de Honduras, El Salvador, Nicaragua y España (que las encabezó) para conformar la Brigada Multinacional Plus Ultra de la operación “Iraqui Freedom”, liderada por los norteamericanos.
El Ministerio de Defensa local explica en el informe rendido por la comisión investigadora que el personal que participó en las Operaciones de Estabilización (reconstrucción) en el Estado Árabe de Irak realizó tareas de vigilancia, patrullaje e inteligencia, hasta que se terminó la misión en mayo de 2004, según comenta Diario Libre.
Destaca el medio, que se edita en la capital dominicana, que tras su retorno hubo soldados que presentaron estrés postraumático y otros aún tienen secuelas comunes, como agresividad e intolerancia.
En un reportaje publicado por el impreso, en mayo de 2019, comprobó que el ex cabo Rubén Rivas Rodríguez, quien fue miembro de la Fuerza de Tarea Quisqueya II, mantuvo un cuadro mental que le provocó vivir como un demente.
Asimismo, refiere que el ex teniente Wilkin Cuello González, el primero en denunciar la situación, está en sillas de ruedas luego que casi se electrocutara cuando reparaba un cable a su regreso de Irak.
Se recuerda que el 2 de noviembre del 2019, los ex soldados acamparon frente a la sede del Palacio Nacional para exigir que les entreguen los beneficios económicos prometidos. Las protestas continuaron en el transcurso del presente año. INS
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